A poco de haber comenzado su tratamiento en Cuestión de Peso, el programa que conduce Mario Massaccesi por eltrece, Macarena no pudo contener las lágrimas al enfrentarse a su propia imagen en el espejo.
En medio de la consulta con Sergio Verón, la joven abrió su corazón y confesó: “Acepto que me cuelga la panza, acepto mis brazos gordos, mis piernas… Para mí, esto representa que estoy triste, que no me cuido y que me dejé”.
“Cuando me veo en el espejo, no me quiero castigar. Antes me miraba con asco y hoy me quiero mirar con amor. Tengo un deseo de querer cuidarme más”, agregó.

Pero el momento más fuerte llegó cuando, al observar una proyección de su imagen, se quebró: “Pensé que me veía de otra forma. Ay, me voy a poner a llorar. Es muy difícil no verme con asco. Lo trabajo mucho”, expresó.
Finalmente, Macarena logró decir una palabra que sintetizó su deseo de cambio: “Esperanza”, atinó a decir, dejando en claro que éste es apenas el inicio de un camino de transformación personal y emocional.

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EL LLANTO DEL VIKINGO EN CUESTIÓN DE PESO AL RECORDAR EL BULLYING QUE SUFRIÓ DE NIÑO
En uno de los momentos más emotivos de Cuestión de Peso, El Vikingo, uno de los participantes más queridos del programa que conduce Mario Massaccesi por eltrece, no pudo evitar quebrar en llanto al contar el sufrimiento que vivió durante su infancia por su sobrepeso.
Con lágrimas en los ojos, relató con crudeza lo que atravesó desde muy pequeño: “La escuela primaria fue muy difícil para mí. Era gordo y alto, y eso me trajo muchas burlas”, comenzó diciendo el participante, visiblemente conmovido.
La dureza de sus palabras expuso el peso que aún carga: “A mí la ropa no me entraba y más de una vez he roto sillas. Y es doloroso porque lo hacés adelante de 100 pibes. Y los 100 pibes se te ríen en la cara”, expresó.

Asimismo, el Vikingo aclaró que no guarda rencor, pero sí le quedaron heridas que no cierran: “No es maldad de ellos. Simplemente son chicos, pero yo también lo era. Tenía 10 años y mi cuerpo era de un adolescente. Jugaba a lo bruto y siempre me dejaban solo”.
El Vikingo: “Cada maltrato es una piedra más. Y no importa cuántos kilos baje. Es una mochila que llevo toda mi vida. Es una tristeza que los demás no ven”.
“Tenía una tía que era muy obsesionada con el peso. Hasta una vez me llegó a pegar porque no bajé lo que ella quería. Tenía 8 años. Yo creo que fue la primera vez que recuerdo haber mentido sobre mi peso. No merecía eso”, confesó, con lágrimas en los ojos. Y cerró, a flor de piel: “Cada maltrato es una piedra más. Y no importa cuántos kilos baje. Es una mochila que llevo toda mi vida. Es una tristeza que los demás no ven”.