Laura Leguizamón, de 51 años, es la principal sospechosa de haber asesinado a su pareja, Adrián Seltzer, y a sus dos hijos adolescentes, Ian e Ivo, en un brutal hecho que conmocionó a Villa Crespo. Luego del crimen, la mujer se habría quitado la vida en el baño del departamento familiar.
En medio de la conmoción por el caso, usuarios comenzaron a viralizar un llamativo posteo de Leguizamón en redes sociales, publicado en febrero, durante sus últimas vacaciones en Mar del Plata.
Allí escribió: “366 días del año con los chicos. 50 años y entera. Con sueño hace 15 años, pero acá estoy, firme junto al pueblo. Siempre les digo a mis hijos... Qué bueno que nací en Lanús y no me ahogo en un vaso de agua”.

La publicación, que parecía una simple reflexión maternal, hoy es interpretada como una posible señal del desequilibrio emocional que atravesaba la mujer.
LA CARTA ENSANGRENTADA Y LAS SOSPECHAS DE UN ESTADO PSICOLÓGICO GRAVE
Junto a los cuerpos fue hallada una carta escrita por Leguizamón, que refuerza la hipótesis del crimen seguido de suicidio. “Todo mal, fue mucho. Los amo. Mal. Perverso”, decía el mensaje en letras entrecortadas y difíciles de leer.
Según relató una hermana de la mujer, Leguizamón tenía antecedentes psiquiátricos, mientras que la empleada doméstica declaró que en las últimas semanas la notaba distinta y que posiblemente había dejado de tomar su medicación.
CÓMO FUE LA MASACRE EN VILLA CRESPO
Las primeras pericias revelan que las víctimas fueron apuñaladas mientras dormían. Todos estaban vestidos con ropa de cama. Uno de los hijos habría intentado escapar, pero fue alcanzado por su madre en el pasillo.
El cuerpo de Laura Leguizamón fue hallado en el baño con una puñalada en el corazón. No presentaba signos de defensa, lo que refuerza la teoría de suicidio. Según los peritos, ella habría muerto última, ya que su rigidez cadavérica era menor que la del resto de los cuerpos.
La investigación sigue su curso, pero los indicios apuntan a un femicidio vinculado con elementos de salud mental no tratados, en un contexto de aparente normalidad que se desmoronó en silencio.