Mientras visitaba la casa de sus padres en Auckland, Nueva Zelanda, Olena Stanyeva, de 27 años, registró el momento en que su gata Mia comenzó a llorar.
Cuando la joven enfoca un poco más la cara de la gata, se puede ver que el animal tiene los ojos llenos de lágrimas como consecuencia de la irritación que produce la acción de cortar una cebolla, que hace que se mezclen dos sustancias que como resultado producen un gas que contiene azufre y que al contacto con el agua se descompone en ácido sulfúrico.
Fuente: DPA.