Según información reseñada por el diario New York Times, hay una nueva forma de beber agua que se ha hecho popular entre las clases altas de San Francisco, Sillicon Valley y el resto de la bahía.
Es la llamada “agua cruda”, que no es otra cosa que el líquido sin filtrar y sin tratar. Parece que esta nueva tendencia responde a la desconfianza en el sistema de aguas públicas y la victoria sobre el miedo a la canilla pero, sin duda, genera muchas dudas con respecto a los perjuicios que podría traer al organismo.
Sus defensores sostienen que beneficia la salud porque tiene alta cantidad de minerales y microbios naturales y además es el producto natural, sin ningún tipo de procesamiento. Pero hay que considerar que muchas infraestructuras son viejas, no tienen un buen mantenimiento y están en proceso de degradación.
Los sistemas de aguas públicas tienen controles y, sin embargo, se han presentado casos de intoxicación en seres humanos y en animales así que en aguas sin tratar el riesgo aumenta exponencialmente. En contraparte, existen poblaciones en el mundo que viven con agua natural sin mayores complicaciones, por lo que queda en evidencia que la pureza de este líquido depende de muchas variables.
Si bien tomar agua de la canilla representa un ahorro considerable de dinero, hay que considerar las condiciones del lugar donde se vive y la fuente real del líquido. Y, en ocasiones, esa información es difícil de obtener así que se vuelve una decisión complicada.
Un dato importante es que en solo tres décadas el volumen de negocio del agua de botella aumentó en un 400% y se convirtió en uno de los mercados que experimenta un crecimiento sostenido más importante año tras año. En este punto vale preguntarse, si esta industria influirá, de alguna manera, en que esta nueva tendencia sea solo una moda pasajera.