Sabía que no podría convertirse en una modelo estrella en La Pampa. Por eso, tras hablarlo con su mamá y su papá, Pampita (40) decidió que era hora de jugársela. Sola, se alejó de sus seres queridos para probar suerte en Buenos Aires. No tenía a nadie aquí, pero sabía que tendría que hacer sacrificios para lograr su mayor deseo: vivir del modelaje. Recién llegada, rápidamente, se puso a buscar trabajo. ¿De modelo? ¡De lo que fuese!
Primero, Carolina necesitaba un ingreso fijo para comenzar a, de a poco, acercarse a las agencias de modelos. Exacto, antes que nada, tenía que sobrevivir. Por eso, no dudó aceptar trabajar como mesera en un concurrido bowling. Allí, estuvo trabajando varios meses. Mientras tanto, hacía algún que otro trabajo como promotora.
Todo cambió cuando Pampita logró entrar en la agencia de modelos de Pancho Dotto. A partir de ese momento, comenzó a desfilar en las pasarelas más importantes del país y jamás paró. De a poco, fue cumpliendo su sueño... ¡sin olvidarse de esa joven recién llegada que se las arregló sola como pudo!