Desde joven, Rihanna supo que quería dedicarse de lleno a la música y decidió abandonar sus estudios en la escuela. Aunque fue una decisión difícil, finalmente le salió bien.
Hace poco confesó que si hubiera tenido que elegir una carrera hubiera sido psicóloga. Aunque no culminó sus estudios, sí alcanzó el grado de Cadete en el Ejército en los Estados Unidos.
Cuando tenía 8 años, la cantante sufría de fuertes migrañas. Eso fue justo en el momento que la relación entre sus padres empezó a desmoronarse. Acudió a diferentes doctores y le realizaron exámenes pero no le encontraron nada. Pero cuando sus padres decidieron divorciarse, el dolor de cabeza desapareció.
Su padre es adicto a las drogas y el alcohol, por ello la relación entre ellos no es buena. Ella lo ayuda con los tratamientos de rehabilitación pero, en otras ocasiones, se aleja de él.
Algo que le encanta, además de cantar, es tatuarse. Tiene 21 tatuajes en todo su cuerpo y planea hacerse más en el futuro. Su película favorita es Napoleon Dynamite, y no le gustan los vegetales.
Su cantante preferida es Madonna. Siente gran admiración por ella porque es una de las pocas artistas mujeres que ha sabido reinventarse a lo largo de toda su carrera. Además, rechazó varias ofertas para salir en la portada de Playboy.
¿Algunos datos curiosos de su vida? En su niñez presenció un exorcismo cuando estaba en la iglesia: vio como una joven se retorcía y hablaba en diferentes lenguas, mientras los sacerdotes practicaban el exorcismo. Rihanna también cree en fantasmas y no se queda en hoteles supuestamente “embrujados”.
Además tiene reglas estrictas para depilarse. Pide que su depiladora sea una mujer mayor y que hable ruso. ¿Por qué? Para evitar que le pida un autógrafo durante la sesión, situación que ya le ha pasado.