Guillermina Valdés y Sebastián Ortega tomaron, desde el inicio de su historia familiar, una decisión poco habitual en el mundo del espectáculo: proteger la intimidad de sus hijos y mantenerlos alejados de la exposición mediática hasta que fueran lo suficientemente grandes como para decidir por sí mismos. El tiempo pasó, la pareja se separó, pero esa premisa se sostuvo intacta.
Hoy, con Paloma, Dante y Helena ya mayores de edad, esa frontera empieza a correrse de manera natural. No desde el escándalo ni la sobreexposición, sino desde elecciones personales y relatos propios que comienzan a asomarse al ojo público.
En ese contexto, Dante Ortega es quien más visibilidad tuvo hasta ahora. Con sus primeros pasos en la música y la producción, habló abiertamente sobre su orientación sexual y la recepción que tuvo dentro de una familia atravesada históricamente por la fama. Su hermana Paloma, por su parte, vive en Europa junto a su pareja y también eligió compartir en redes sociales su historia de amor con otra mujer, siguiendo una línea similar de libertad y autenticidad.
Sobre estos temas fue consultada Guillermina Valdés este martes en un móvil con Moria Casán, donde dejó definiciones profundas sobre maternidad, vínculos y construcción personal. “Mi vínculo con mis hijos no es unidireccional, no les bajo línea. Hay un feedback constante, nos nutrimos y lo que ellos me traen me va modificando”, explicó, marcando una postura lejos del mandato y cerca del diálogo.

GUILLERMINA VALDÉS SOBRE LA SEXUALIDAD DE SU HIJA
Con honestidad, la modelo y empresaria también admitió que atravesó emociones complejas cuando sus hijos comenzaron a compartir aspectos íntimos de sus vidas: “Cuando me lo dijo, no es que me enojé, sino que no me gustó no haberme dado cuenta. Me generó esa cosa de sentir que estaba desconectada como mamá”. Sin embargo, dejó en claro su mirada integral sobre la identidad: “Para mí, la elección no es la identidad. No me define ser hétero o no serlo, porque las personas no nos definimos por quién nos metemos en la cama”.
Como reflexión final, Guillermina Valdés sintetizó una filosofía que atraviesa tanto su rol de madre como su manera de vivir: “Siempre hablo con ellos de que lo que uno hace en la vida privada queda ahí. Si a uno le gusta algo, es sano, se cuida y respeta al que tiene al lado, está perfecto”.




