Diferente a la mayoría de las bandas populares de los ochenta como Menudo, Take That o New Kids On The Block, Locomía no fue creado por ambiciosos ejecutivos de la música. Detrás de ese proyecto había cuatro estudiantes de moda, con sueños de unir sus dos grandes pasiones: el arte vanguardista y el canto.
Claro que su vestuario era llamativo, pero importaba más lo que transmitía sus pícaras actuaciones públicas, donde daban rienda suelta a su sexualidad ambigua. Ciertos fans no entendían por qué todo alrededor de Locomía resultaba atractivo.
No era extraño escuchar que el cuarteto era un boom en el viejo continente, aunque sí fue impresionante ver su poder de convocatoria en Latinoamérica, donde existía un estilo de vida muy conservador, machista y cero tolerante con el mundo LGBT.
El grupo se arriesgó y vino desde España con toda la energía de su álbum debut Taiyo (1989), y los hits Locomía y Rumba, Samba, Mambo, entre otros temas que fueron desaprobados (en cierto modo) muy pronto.
Algo que la joven banda tenía en común con Menudo, era la facilidad con la que cambiaba a sus integrantes. Inicialmente estaban Xavier Font, Manuel Arjona, Gard Passchier y Luis Font. Estos dos últimos fueron reemplazados por Carlos Armas y Juan Antonio Fuentes.
Xavier se apartó del proyecto e ingresó Francesc Picas, y Fuentes abandonó a principios de los noventa, dándole oportunidad al hoy desaparecido Santos Blanco. Así continuaron los giros y vueltas, y con ello la dirección de Locomía que no terminó de convencer a sus seguidores.
El tiempo pasó, pero es imposible no considerar a la agrupación como una de las más originales jamás creadas, que incluso definió aquel sonido ibero-pop tan contagioso, genial y de gran estilo… Larga vida a Locomía.