"Ahora te voy a poner a gozal", anunciaba Machito Ponce, en uno de sus hits más recordados en los noventa, hace 25 años. Y la gente enloquecía en los boliches, en sus shows y en sus casas. Porque con sus canciones ultrapegadizas y letras picantes, este rapero supo conquistar a millones.
Sin embargo, detrás de este personaje que simulaba ser un "macho" caribeño nacido para conquistar mujeres estaba Gustavo Radaelli.

Muy lejos de su alter ego desfachatado y sexual, este bonaerense vivió durante años entre la dualidad de ser uno arriba del escenario y otra persona completamente distinta en su vida cotidiana.
De hecho, viró hacia un rumbo muy diferente cuando la fiebre Machito Ponce se apagó: guardó su personaje en el placard, a quien dijo detestar, se puso a trabajar en la imprenta familiar y se convirtió en gerente de una multinacional relacionada con el espectáculo, puesto en el que se desempeña hasta la actualidad.

"Yo no quería que me lo nombren, me enojaba feo", dijo Radaelli al diario La Nación sobre qué le pasó después de meter hit tras hit hacia fines de los noventa y los tempranos 2000. Entre ellos, Short Dick Man, Lick It, Póntelo y Samantha, esa canción dedicada a Samantha Farjat, que se había hecho famosa mediáticamente a partir del escándalo de Guillermo Cóppola.
El rescate emotivo de aquellas canciones vintage que se dio hace tiempo de la mano de Fiestas Bizarren lo tentaron a volver a calzarse los anteojos negros, la gorrita y ponerse a rapear.

"Yo siempre jodo con eso de Batman y Bruno Díaz: un momento para cada cosa. Yo llegaba a un lugar en el interior, había gente y te pedían fotos. Y después volvía a mi casa, iba al supermercado y no me conocía nadie", recordó.
Un enorme éxito por el que siempre tuvo sentimientos ambivalentes. "Eso de no querer ser tan reconocido tenía que ver con no estar del todo seguro de querer ser recordado por eso que estaba haciendo. Quizás si hubiera escrito 'De música ligera' querría salir a todos lados", dijo en referencia al temazo de Soda Stereo.
"Eso de no querer ser tan reconocido tenía que ver con no estar seguro de querer ser recordado por eso que estaba haciendo".
Hoy, Gustavo y Machito hicieron las paces. Incluso, conviven cada tanto, ya que Radaelli contó que en su trabajo saben quién es, aunque mantienen un "acuerdo tácito" de no traerlo a colación en cualquier momento.
"Yo al principio tenía cierto prurito con 'no me van a respetar', pero está todo bien. De hecho algunas veces ha servido para romper el hielo", aseguró.