Hace apenas una semana, Tamara Báez compartió una decisión personal que rápidamente generó repercusión: la influencer se sometió a un levantamiento de glúteos brasileño (BBL), una intervención que, lejos de la frivolidad, marcó para ella un paso más en su búsqueda de bienestar físico y emocional tras meses de lucha con su salud.
Fiel a su estilo, la ex pareja de L-Gante mostró con total transparencia cada etapa del procedimiento y de su recuperación. Sin embargo, volvió a enfrentarse con el costado más cruel de la exposición mediática. Desde sus historias de Instagram, decidió exponer a una seguidora que la hostigaba desde diciembre, enviándole mensajes constantes con burlas sobre su cuerpo.
“Bastante gorda la desagradecida”; “Adelgazá asquerosa”; “La única forma que adelgaces”, fueron solo algunos de los comentarios que replicó Báez, harta del maltrato.
Tamara respondió con un contundente mensaje: “¿Qué le hice yo para ser tan asco de persona? ¿Nunca vio a una persona gorda? ¿No tenés vida? Enferma”.

Y advirtió con firmeza que no piensa dejar pasar más casos: “Voy a empezar a escrachar a todas las forr… criticonas, como hacía antes”.
DETRÁS DE SU CIRUGÍA, UNA HISTORIA DE SALUD
Más allá de la polémica, Tamara Báez ya había hablado de su diagnóstico de hipotiroidismo, que le fue detectado poco después del nacimiento de su hija Jamaica. En diálogo con sus seguidores, explicó que está medicada de por vida y que el tratamiento le permitió sentirse mejor: “Ya me siento mucho más deshinchada de cara”, dijo, celebrando pequeños avances con orgullo.
Su decisión de realizarse un BBL estuvo vinculada con ese proceso de recuperación y aceptación. El procedimiento —que combina liposucción y transferencia de grasa a los glúteos— simbolizó para ella un renacer físico y emocional. “La faja molesta, pero vale la pena”, comentó entre risas, mostrando una vez más su autenticidad.




