La historia de Martina Pereyra dentro de la última edición de Gran Hermano tuvo un costado doloroso que recién se conoció tras su salida. La participante permaneció 132 días aislada en la casa, sin contacto con el exterior ni acceso a las noticias del mundo real. En ese tiempo, a principios de febrero, falleció su abuela, una de las personas más importantes de su vida.
La familia tomó la difícil decisión de no comunicarle la noticia mientras ella seguía en competencia, priorizando su continuidad en el reality. Así, durante casi dos meses, Martina siguió dentro de la casa sin saber de la pérdida, incluso mencionando a su abuela en algunas de las dedicatorias que hacía frente a las cámaras.

El 13 de abril, día de su eliminación, se produjo el momento más duro: al reencontrarse con los suyos, fue informada del fallecimiento. Ese primer contacto con la realidad marcó un antes y un después.
Conmovida pero entera, Martina habló al respecto: “Fue un shock cuando me lo contaron, pero lo entiendo. Fue una decisión de mi familia, de mis tíos, de mis papás, de mis primos... Y lo comparto. Es como que todavía estoy en shock y siento que no caí”.