A los policiales basados en hechos reales suelen irles bien en plataformas por una razón simple: prometen tensión y, al mismo tiempo, la sensación de que eso podría haber pasado a la vuelta de tu casa.
Brasil viene encontrando un tono propio para ese tipo de historias, con acción seca, climas fronterizos y personajes que se mueven entre la ley y el delito.
En este caso, Netflix pegó fuerte con una serie del género que no da respiro: El ADN del delito.
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El detalle del título no es menor. “ADN” remite a ciencia forense, laboratorios y evidencia dura: una pista mínima que, bien usada, derrumba coartadas y abre líneas de investigación nuevas.
En una serie, ese tipo de elemento funciona como gancho narrativo, porque cada hallazgo puede cambiar por completo quién miente, quién huye y quién cae.
Y está el aviso que muchos pasan por alto: no es para menores. La serie aparece marcada como 16+, lo que anticipa un relato sin filtros: violencia, armas, escenas tensas y un mundo criminal mostrado con crudeza.
Es decir, no apunta a la épica de “policías buenos vs. malos”, sino a una trama gris, más cercana al thriller que al drama familiar.
¿De qué trata El ADN del delito?
El ADN del delito es una serie brasileña que sigue a un grupo de agentes federales que investiga un robo de alto impacto y, a partir de una muestra genética, empieza a reconstruir conexiones entre bandas, rutas de contrabando y operaciones que cruzan límites estatales y fronteras.
La historia arranca con una escena que marca el tono: un golpe planificado y ejecutado con precisión, que deja rastros suficientes para activar la maquinaria forense. Lo que parece un caso “cerrable” con un culpable rápido se transforma en una cacería más compleja, porque cada pista abre otra puerta y revela que hay más de una organización involucrada.
A lo largo de sus 16 episodios, divididos en dos temporadas, la serie alterna procedimientos policiales -recolección de evidencia, análisis, interrogatorios- con secuencias de acción y persecuciones.
El foco está en el trabajo del equipo y en cómo el crimen organizado se adapta: cambia rutas, recluta nuevos miembros y aprende a borrar huellas.
El elenco combina caras conocidas del audiovisual brasileño y sostiene el pulso de thriller con personajes que no son de una sola pieza. Hay policías con presión política, informantes que negocian su supervivencia y delincuentes que no responden a un único jefe.
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El resultado es una serie ideal para quienes disfrutan del policial moderno: ritmo alto, tensión constante y la sensación de que, en ese tablero, nadie está completamente a salvo.
Además, el uso del ADN no es un truco: funciona como hilo conductor que une episodios y obliga a los personajes a tomar decisiones rápidas, a veces irreversibles.
¿Quiénes actúan?
En El ADN del delito, el trío protagónico está encabezado por Maeve Jinkings, Rômulo Bragay Thomás Aquino.
En el reparto también figuran Alex Nader, Pedro Caetano y Guilherme Silva, que acompañan a los protagonistas a lo largo de las dos temporadas.