Por primera vez, la tradición milenaria de la banya rusa tiene su propio templo en Buenos Aires.
Gafarov spa, ubicado en pleno San Telmo (Moreno 354), acerca un ritual de salud que combina calor, vapor, frío extremo y el uso de manojos de roble con propiedades medicinales.
La llegada de una tradición milenaria rusa a Buenos Aires
El sauna ruso —o banya— no es una simple sala de vapor. En Rusia, durante siglos, ha sido un espacio de purificación física y espiritual.
Allí no solo se busca relajación: también se transmiten costumbres, se fortalecen vínculos y se experimenta un ritual de bienestar.
En Buenos Aires, esta práctica ancestral encontró su primera sede oficial, fundada por Nadia Gafarov.
El espacio reproduce con fidelidad la experiencia original: calor intenso, vapor denso, contraste con agua helada y el uso de los tradicionales venik —manojos de ramas atadas, generalmente de abedul o roble— que se utilizan para masajear el cuerpo y estimular la circulación.

El poder del manojo de roble
Entre las distintas variantes, el manojo de roble ocupa un lugar especial. Las hojas contienen taninos y aceites esenciales con propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes.
Según los especialistas, el uso regular del manojo de roble puede:
- Normalizar la presión arterial.
- Prevenir la aparición y avance de várices.
- Reducir la sudoración excesiva.
- Calmar el sistema nervioso y mejorar el descanso.
Lejos de ser un golpe brusco, el masaje con venik es suave: las hojas absorben el sudor y distribuyen el calor, logrando un efecto revitalizante.
La técnica potencia el beneficio del vapor y, al mismo tiempo, ofrece una experiencia sensorial única: el crujido de las hojas, el aroma herbal y el contacto cálido sobre la piel.
El contraste como clave de salud
Uno de los pilares del ritual es el juego de contrastes:
- Primero el calor: el cuerpo se expone al vapor, la circulación se acelera, los músculos se relajan y los poros se abren.
- Después el frío: una pileta helada genera un shock controlado que cierra los poros, activa el sistema inmune y potencia la recuperación.
Este ciclo repetido alterna relajación y energía, logrando una limpieza profunda del organismo y un impulso de vitalidad.
Un viaje cultural y terapéutico
La banya rusa no solo se asocia a la salud, también a la cultura. Durante siglos, fue escenario de nacimientos, celebraciones, rituales y momentos íntimos de la vida eslava. En Rusia se dice que el sauna limpia no solo el cuerpo, sino también el alma.

“Cuando llegamos extrañábamos el spa ruso. Decidimos traer la tradición a Buenos Aires para que la gente pudiera experimentar no solo el calor, sino también la sensación de hogar, cuidado y descanso que representa”, explica Nadia Gafarov.

Un nuevo ritual en San Telmo
El espacio recrea cada detalle: el vapor envolvente, los aromas del roble y el abedul, el crujido de los manojos y el contraste con el agua fría.
Todo en un entorno que invita a desconectar de la rutina y entregarse a un ritual de bienestar que combina naturaleza, cultura y ciencia ancestral.
Con esta propuesta, Gafarov spa se convierte en el primer y único sauna ruso del país, abriendo la puerta a una práctica que, lejos de ser una moda, se presenta como un legado milenario que gana terreno en la Argentina.