El tema Despacito de Luis Fonsi y Daddy Yankee sigue sonando. Además de todos los récords y premios que obtuvo alrededor del mundo, hay un dato curioso relacionado con la explicación científica de su éxito.
Según se desprende de varios estudios de neurociencia y psicología, hay ciertos elementos comunes en las canciones pegajosas que encabezan los listados y suenan en las fiestas. "La música activa las áreas del cerebro relacionadas con el sonido y el movimiento, pero también las zonas asociadas a las emociones y recompensas", le explicó a BBC Mundo la doctora Jessica Grahn, quien se especializa en el estudio de la música en la Universidad del Oeste de Ontario en Canadá.
Los expertos coinciden en que no existe una fórmula mágica, pero sí algunos elementos que funcionan como una golosina para el cerebro. Uno de ellos es el ritmo.
Cuando la música tiene un compás que es fácil de seguir, como en el caso de Despacito, los experimentos muestran que se incrementa la actividad de la zona del cerebro asociada al movimiento, incluso si la persona está totalmente quieta.
En general, mucha de la música pop tiene un ritmo que resulta familiar y que, hasta cierto punto, es predecible. Esa cualidad, según Grahn, funciona como una recompensa para el cerebro, pues resulta agradable que la canción se desarrolle justo de la forma en que la persona cree que lo hará.
Sin embargo, la magia ocurre cuando la canción incluye un elemento que rompe con lo predecible. "Es llevar ese beat pero hacerlo más interesante con un detalle novedoso que rompa la regla", agregí Grahn.
Luis Fonsi dice haber tenido suerte de “hacer una letra que la gente quiera cantar y un ritmo que la gente quiera bailar". Indudablemente el contenido es otro factor que influye en que la gente escuche o no una canción.