Una maestra de escuela acudió al médico tras cuatro meses teniendo tos, fiebre y mucosidad espesa. Le recetaron antibióticos y un tratamiento contra la tuberculosis, pero, dos meses después, regresó porque no había mejorado.
“El esputo (secreción que se produce en los pulmones) de la mujer se examinó para detectar tuberculosis y resultó negativo. Sin embargo, cuando le escanearon el pecho, encontraron una lesión en el lóbulo superior derecho de sus pulmones. Tras una investigación adicional, parecía ser 'una estructura en forma de bolsa invertida' sentada 'en el bronquio'”, indica el estudio publicado en el National Library of Medicine.
En un primer momento, pensaron que era tuberculosis, una bacteria que casi siempre afecta a los pulmones, pero cuando retiraron esta “bolsa”, que estaba casi descompuesta, se dieron cuenta de que se trataba de otra cosa: un preservativo.
Cuando hablaron con la paciente, la mujer les dijo que creía habérselo tragado mientras practicaba sexo oral con su marido: "Recordaron que el condón se había aflojado durante el acto y, en ese momento, la señora también había experimentado un episodio de estornudos o tos".
Los médicos explican que el diagnóstico correcto se retrasó por diferentes motivos: la vergüenza de la mujer, que no contó lo sucedido antes; su edad, pues la ingesta de cuerpos extraños es más propia de accidentes en edades menores; y, sencillamente, porque un condón no entraba entre las opciones de los médicos como causa de una lesión en los pulmones.
Fuente: 20minutos.es