Desde que se dio a conocer la noticia de la ola de contagios en geriátricos, como fueron los casos de los establecimientos en Belgrano y Flores, una de las situaciones que más alarma es cómo se encara la cuarentena en estos lugares donde vive la población más vulnerable al coronavirus.
Quienes más se preocupan son los tienen a sus padres y abuelos internados, ya que los geriátricos pueden convertirse en focos de contagio si no se toman estrictos recaudos. Aún si el lugar brinda tranquilidad a los familiares al cumplir con las medidas de prevención, el panorama de tener a un ser querido internado no es nada fácil.

Valeria Archimó, por ejemplo, tiene a su mamá de 88 años viviendo en un geriátrico de Don Torcuato desde diciembre de 2019, cuando la señora se cayó y se rompió la cadera. Como a los días la bailarina tenía que viajar a Mar del Plata para la temporada, decidieron que lo mejor era que Cuky, como le dicen, se quedara allí para rehabilitarse.
“Ella está muy bien cuidada y como queda muy cerca de mi casa tengo la posibilidad de pasar a verla. Antes de que se decretara la cuarentena obligatoria, nos veíamos todos los días”, le contó Valeria a Pronto. Y dio detalles de cómo las dos viven estos días tan extraños.
“Estábamos todo el tiempo en contacto directo, y desde el 10 de marzo, mamá no salió nunca más a la calle”.
Luego, aseguró que en el geriátrico son muy estrictos con las medidas y que todos los profesionales que atienden a los abuelos se quedaron a hacer la cuarentena con ellos. “Desde las enfermeras hasta la dueña se quedaron a vivir ahí. Por eso no hay ningún coronavirus positivo en ese lugar: nadie entra ni sale y están todos aislados de cualquier foco de contagio”, indicó con alivio.

Valeria sigue visitándola y alcanzándole a su mamá todo lo que necesita: “Cuando mi mamá me pide algo, como la tintura para que le hagan el pelo, se la llevo, se la entrego a las enfermeras, ellas esterilizan y desinfectan todo con lavandina y listo”.
Por suerte, las dos lograron mantener el contacto gracias a que las puertas son vidriadas. “La puedo ver y charlamos con un vidrio de por medio. Le llevo facturas, budines y cosas ricas para el mate, charlamos un rato con la puerta cerrada y, al menos, nos vemos”, dijo angustiada.
“La puedo ver y charlamos con un vidrio de por medio. Le llevo facturas, budines y cosas ricas para el mate".
¿Y los adultos mayores cómo están? Por lo que contó Archimó, al menos en este geriátrico, “la pasan bomba”. “Ayer la fui a ver y habían jugado al bingo y les hacen hacer otras actividades recreativas”, aseveró tranquila.
“Le hicieron la tintura, la vi contenta, radiante. Yo le digo que no mire tanto los noticieros, que mire películas o una serie y que no se preocupe tanto”, cerró.