Tras vivirse un apasionante final de la primera parte de Argentina tierra de amor y venganza, la ficción comenzó otra etapa con un imperdible capítulo.
La emisión del jueves culminó con la victoria del plan siniestro que Torcuato (Benjamín Vicuña) llevó a cabo: que Bruno (Albert Baró) fuera culpado como autor del disparo que puso al borde de la muerte a Lidia (Miranda Casero), la hermana de Lucía (Delfina Chaves), su gran amor. Con Bruno encarcelado y Lucía desconsolada, el villano consiguió ganar una gran batalla.
Por su parte Aldo (Gonzalo Heredia), desesperado porque su hija recién nacida está grave, hace una promesa que lo condenará a una desdicha absoluta: le pide a Dios que salve a Milagros, su beba, y a cambio dejará de amar a Raquel (China Suárez). Mientras, la Polaca terminará acercándose al comisario Salaverry (Luciano Cáceres), pero no será el romance que venga a sanar las heridas que le dejó su relación trunca con Moretti.
Ya en esta segunda aparte, la novela arranca dos años más tarde, en 1940. Ahora, Torcuato decide dedicarse a la política, postulándose como candidato a senador, un paso inevitable en su permanente camino hacia el poder. Lucía es madre de un varón y parece haber olvidado a Bruno mientras está en pareja con Torcuato.
Alicia (Funes) y Aldo (Heredia) conviven en la mansión y tienen a la pequeña Milagros. Asimismo, Moretti se ha convertido en la mano derecha de su cuñado. Raquel (Suárez) y Salaberry (Cáceres) viven en el sur junto con Alenka. La relación entre ellos comienza a tornarse algo tensa por las actitudes algo hostiles del excomisario.
La banda, con Francesca (Malena Sánchez) a la cabeza, urde un plan para liberar a Bruno de prisión. El burdel de Trauman (Fernán Mirás) se transforma en el "Cabaret Varsovia" y la bailarina más codiciada es Mecha (Soledad Fandiño), quien también estará muy cerca de Aldo.
¡Imperdible!