Una fractura de cadera, una cirugía y una severa complicación postoperatoria. Ese cuadro puso a Lita de Lázzari entre la vida y la muerte, al no reponerse debidamente de la anestesia. En los primeros días, las informaciones que llegaban del Sanatorio Otamendi no eran alentadores: se hablaba de un grave estado y el sacerdote Julio César Grassi se había acercado a darle la unción de los enfermos.
Sin embargo, lentamente ese primer pronóstico se fue revirtiendo, y hoy las noticias que llegan desde la clínica son más alentadoras: según pudo saber Ciudad.com, a través de allegados a la presidente honoraria de la Liga de Amas de Casa, la salud de Lita, de 86 años, está mejor. Ya no depende del respirador artificial, un síntoma de su recuperación paulatina.
A pesar de la evolución favorable, Lita continúa en terapia intensiva bajo estricto control médico. Y con la esperanza latente de una recuperación total.