La última vez que estuvo sentado a la derecha de Mirtha Legrand, el diseñador fue destinatario de una pregunta poco feliz. Se estaba tratando el matrimonio gay en el Congreso, el tema de la adopción para parejas homosexuales estaba en el tapete, y a la conductora se le ocurrió preguntarle si un chico adoptado por un gay corría riesgo de ser violado.
Terminada la comida estalló el escándalo, y “bestia” fue lo menos que le dijeron a “la Chiqui”. No obstante, Piazza siempre mantuvo una postura neutral a la hora de referirse a “la señora”, y por el tiempo de “amistad” que llevaban, la perdonó, lo dejó pasar.
Y después de todo lo sucedido, y hasta de haber pasado por el Registro Civil para casarse con su pareja de años, el modisto volvió a “Almorzando con Mirtha Legrand” y lo sucedido fue parte de la charla.
Mirtha sacó el tema, y rápidamente Piazza tomó la palabra: “No sabía porque todo el mundo estaba tan eufórico cuando terminó el almuerzo. A decir verdad, yo escuché la pregunta y dije “guau”, pero no me lo tomé a mal. Después mucha gente me hostigó a la violencia verbal para que yo salga a contestarte, pero yo dije todo el tiempo que no tenía nada para decir”, relató él.
La conductora lo escuchó algo incómoda, con la vista puesta en la lectura del libro del diseñador de modas, que dedicó un capítulo a describir lo sucedido en aquella oportunidad. Lo leyó en voz alta (“fue una brutalidad, pero a Mirtha la quiero, y además ella siempre hace preguntas desafortunadas”) y luego admitió: “Sé que chocó, que fue desafortunado. Igual, mucha gente me dijo que había estado bien. Yo le cuento al público que cuando uno conduce un programa de televisión, tiene que estar pendiente de todos los ángulos, y a veces pasan estas cosas. Pero yo sé pedir disculpas”, cerró, haciéndose cargo de su mal paso, pero sin dejar de subrayar que hubo gente que apoyó su pregunta.
Quedó cerrado el tema que pasará a la historia por ser de los pocos escándalos que fueron más fogoneados por el resto que por sus propios protagonistas.