Tardes enteras con amigos, competencias en el colegio, campeonatos familiares. Los juegos de mesa son un gran recuerdo de nuestra niñez y hoy los recordamos.
De preguntas y respuestas, con dados, con muuuchas fichitas (que siempre se perdían), con pilas y hasta con sonidos. Llegaban en cajas con llamativos dibujos, los íbamos a ver a la vidriera de la juguetería esperando que sea nuestro cumple, Navidad o Reyes para que nos lo compren.
El "Carrera de mente" hacía trabajar nuestro cerebrito. Preguntas de deportes, espectáculos, geografía y "la mar en coche" nos ponían a prueba. Los famosos anillos que íbamos ganando nunca llegaban a seis. El juego se hacía eterno, sobre todo si éramos mucho y sabíamos poco. ¿Te acordás alguna pregunta?
El "Ludomatic" y su característico ruido al apretar la mediaesfera que contenía el dado, nos proveyeron horas y horas de diversión. El tema era sencillo: tratar de ubicar las cuatro fichas en sus respectivos casilleros de llegada, antes que lo hicieran los demás, claro. ¿Quién era tu rival más difícil?
El "Come queso" hacía que nuestro ingenio se agudice, ya que, para poder enganchar e imantar cada ratoncito con su quesito (?) debíamos ser casi magos. El "tablero" era pequeño y cada jugador debía proveerse de la mayor cantidad posible de alimento para su ratón. Cada quesito era un dado y así se sumaban los puntos y se decidía quién ganaba.
El "Juego de la Vida" nos hizo entrar en el mundo real: dinero, especulaciones, mentiras y por un ratito sentirnos grandes. Ser el banco era lo más y juntar todos los billetitos para poder comprar muchas casas, súper difícil (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia). Siempre ganaban los más grandes y nosotros, así, entendimos que el mundo que se nos venía era complicado. ¡Igual nos divertíamos!
El "Clue" era un juego cuyo objetivo era encontrar al culpable de un asesinato. Pero no sólo era su identidad sino también con qué arma había matado y dónde lo había hecho. Después de jugarlo varias veces, uno ya se conocía los personajes de memoria y el juego dejaba de ser tan entretenido. Todos tiraban ya sin tanto pensar y se volvía rutinario.
El "Quién es quién" era ideal para curiosos. Preguntas de un lado, respuestas enigmáticas de otro y la certeza de encontrar a quien estábamos buscando se hacía esquiva. "¿Tiene anteojos? ¿Usa pelo corto? ¿Tiene barba?", eran algunas de las dudas más frecuentes. ¿Te acordás el nombre de alguno de los personajes?
¿Qué otros juegos recordás? ¿Cuál era tu favorito? ¿A cuál te gustaría volver a jugar?
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