¿Será cierto aquello de que uno es su propio enemigo? Alrededor de ese interrogante juega la historia que plantea El corredor nocturno, del director español Gerardo Herrero, basada en la novela del escritor uruguayo Hugo Burel y que se estrena este jueves. Eduardo, personificado por Leonardo Sbaraglia, hombre de negocios acostumbrado a vivir bajo presión, se cruza en un momento clave de su vida con Conti, un personaje turbio y misterioso que lentamente lo va asediando hasta poner en juego su vida. A Conti lo interpreta Miguel Angel Solá, en su regreso al cine, después de cinco años.
Esta historia habla mucho de nuestra época, de estos personajes que viven para afuera, para sus negocios...
Sbaraglia: Sí, toca temas que están en este momento en la conciencia de las personas, con un sistema que se descalabra, al que le ves las grietas, la sordidez. Todo eso está en la película. Es sórdido lo que mi personaje hace y la historia que se arma a su alrededor.
Herrero: Es que a mí me gustó porque es una historia muy contemporánea. Y tiene algo de lo social y también de thriller. Lo psicológico es lo que le da el plus más allá del thriller clásico. El personaje de Leo es un poco el paradigma del hombre actual, que tiene todos los lujos pero que paga un precio alto por eso. Es un hijo de su época. Y esas son las historias que me interesan. Y ellos fueron los primeros actores en los que pensé para el proyecto.
Solá: Conti, mi personaje, está casi servido, ideal para hacer. Lo importante es que yo tuviera la capacidad para interpretarlo acoplándolo al de Leo y a la vez sin quitarle su singularidad. Los dos tenían que estar jugando frente a frente y pudimos lograrlo porque nos entendimos en la manera de encarar el trabajo.
Sbaraglia: Es curioso, pero Eduardo tiene mucho en común, y a la vez, grandes diferencias con el personaje de Ronnie, que interpreté en Las viudas de los jueves. En un punto es poco el opuesto a él pero bien podría haber sido uno de sus vecinos del country porque está metido en su engranaje, es un fiel servidor al sistema. El corredor nocturno cuenta la historia de un acoso, la de este tipo que se le aparece del pasado y que no va a parar hasta que a Eduardo se le caiga la máscara y reconozca su verdadera identidad. Pero al margen, hay algo ambiguo, que cada espectador leerá de manera distinta, como un diablo interno, como una parte que tenemos todos y que aparece porque él va a empezar a hacer cosas para las que necesita no sentir culpa. Como él es buenito, va a usar a este tipo, supuestamente malo, para justificar sus acciones terribles.
Solá: Mi personaje tiene una proyección sobre el otro y lo mejor es cómo se proyecta como sombra sobre él, qué lugar de su vida ocupa en el otro, es Casa Tomada, eso es atrapante. Es un personaje muy agradecido, pero sin el otro no existe.
Los tres armaron una estructura sólida que se siente más allá del resultado en la pantalla. Trabajar juntos los potenció. Herrero asegura que confió plenamente en cada uno de ellos y los actores le respondieron a la medida de esa confianza. "Eduardo está todo el tiempo a punto de estallar, tenso, con mirada esquiva, y como actor fue interesante de interpretar porque no se ve a simple vista cómo va a ser este tipo", dice Leo. "Eso se fue armando en los pequeños detalles, en el engranaje con el director y con los otros actores, sobre todo con Miguel, por el contrapunto que generó una estética entre nosotros distinta que con el resto de los personajes. Hay en la relación entre ellos cierta extrañeza y construimos mucho juntos, porque cada uno tenía que tener algo del otro. Medimos, cotejamos todo el tiempo, para producir un equilibrio. Miguel es un actor fantástico y un gran compañero, me sentí muy respaldado por él y por el director que tiene un gran sentido de la medida y de la sencillez. Hice mejor mi trabajo gracias a eso".
Son fundamentales los climas en la película, eso que requiere mucho trabajo para que después parezca que es muy natural...
Sbaraglia: Es una construcción compleja armada con una expresión sencilla.
Solá: Es que Gerardo es un director muy inteligente y sobre todo, buena persona, un laburador intenso y honesto. Y es claro. O sea que a partir de ahí, respondés y no podés fallar. En cine, el director es el que narra, el que marca la narrativa unificadora. Por suerte, tuvimos la enorme ventaja de coincidir, de conversar mucho entre los tres.
Herrero: Es bonito ponerse de acuerdo en una dirección y después, poder aportar cada uno lo suyo, sobre todo porque en cine siempre estás acotado por los tiempos, la producción, las posibilidades de equilibrio. Así que después de una base de mucho ensayo, trabajamos mucho con el matiz, fuimos a buscar los detalles que necesitaba esta historia que, claro, es de muchos climas.
Solá: Si en cine no trabajás así, te aburrís mucho. Acá fue muy lindo compartir el trabajo, había confianza. A mí me atrapó la forma de trabajar de Gerardo, con él recuperé las ganas de volver a hacer cine. Yo lo conozco por mi mujer (la actriz Blanca Oteyza), que lo adora, por otros actores y porque es el único puente real entre España y la Argentina. Gracias a él, las películas argentinas como El secreto de sus ojos, tienen la repercusión que tienen en España, más allá de sus méritos cinematográficos.
España es el otro en punto en común que tienen el director y sus actores. Solá está instalado allá desde hace más de una década donde actualmente hace teatro con su mujer, Blanca, y donde cría a sus dos hijas, Luz y Cayetana. Allá también hizo la miniserie Bruno Sierra, el rostro de la ley, con la que regresó a la pantalla local después de 14 años, por Canal 7, este año. Sbaraglia, por su parte, volvió hace un año a instalarse de nuevo en la Argentina, después de un período probando (buena) suerte en España, donde filmó varias películas. Aunque ahora graba acá la miniserie Impostores (que dirige Bruno Stagnaro para Fox) y hace Contrapunto, en teatro junto a Pepe Soriano, sigue teniendo proyectos laborales del otro lado del Atlántico. Y el director, Herrero, es el productor cinematográfico que más relación mantiene con América latina, sobre todo con la Argentina, ya que produjo, entre otras, El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella (actualmente un éxito de taquilla en España) y Las viudas de los jueves, de Marcelo Piñeyro. (Ver recuadro).
Ahora, después de esta experiencia, hay más historias que los unirán. Herrero producirá Criminal, la opera prima de Miguel Kohan en la que va a actuar Sbaraglia y que se filma a partir de marzo. "Y estoy tratando de convencerlo a Miguel para otros dos proyectos que quiero hacer. Uno aún no lo puedo contar, y el otro es para filmar en Rusia.", dice el director. Solá, cómplice, replica: "Veremos, todo puede ser. Ojalá que sí".«