Es conocido que el creador de la red social más popular estaba pensando en cómo conseguir chicas cuando inventó Facebook. Una ventaja enorme saber desde el primer momento si fulana o mengana está con alguien, sola, si busca o no busca, si le interesan los noviazgos, la joda, o sólo la amistad. Y al mismo tiempo ponerse a sí mismo en la vidriera para que todas pudieran verlo, interactuar con él.
Facebook es sin duda una interesante herramienta para conocer posibles candidatos, hacer un primer approach y salir a tomar algo. Los problemas, parece, vienen después. Cuando alguno de los dos no se decide a blanquear el nuevo estado civil en su información general, y entonces se dan cuenta de que no están de acuerdo en cómo considerar la ¿relación? que están teniendo.
Después se dan los intercambios vía Facebook que terminan en discusión pública. Cosas que son para decir en la intimidad y terminan estampadas en el muro. Eso sí, las reconciliaciones pueden verse favorecidas. Facebook está lleno de gente que "piensa en vos" "te extraña" y "lamenta haberse equivocado". Conmovedor.
Pero el verdadero problema de Facebook son las amigas de tu candidato o los amigos de tu candidata. Esa manada de caritas que aparecen ahí enlistadas. Que otras veces se muestran diciéndole algo a tu amor que a vos te resulta inquietante, o directamente sospechoso. La red social es una trampa para celosos. Una invitación a la obsesiva tarea de revisar quién dijo qué, de dónde salieron esas fotos que nunca viste, desde cuándo tu ser intergaláctico volvió a tomar contacto con su noviecita del colegio.
Y ya lo sabemos: están los que finalmente se enteran de que "ahora son amigos" con quien solía ser su pareja hasta el día anterior, gracias a una de esas tiernas notificaciones del Facebook. Ya no más portazos, basta con cambiar el ítem de la información personal. No sé, a mí no me cae simpático. El abandonado tiene que soportar su ataque de angustia a solas frente al monitor ¿qué derecho hay?
Me pregunto si no será mejor, una vez encontrada la media naranja, resguardarla y resguardarnos de la vidriera de la red social. Y basta de Facebook por un rato. Dejémos que los amigos de nuestro amado lo histeriqueen cuando nosotros no estamos presente, que es mucho más saludable. ¿o no?