Cuando falta poco para que se cumplan dos meses de su muerte, se supo que el
fallecimiento de Michael Jackson, según documentos oficiales, fue producto de una
dosis "letal" de propofol, el analgésico al que era adicto el autor de Thriller.
La conclusión, a la que llegó el equipo de forenses, se desprende de la autopsia al cadáver (recordemos que Jackson todavía no fue enterrado). Según los
investigadores, la autopsia habría permitido detectar "niveles letales" de propofol. Conrad Murray, el médico personal de Jackson, reconoció que durante seis semanas le suministró 50 miligramos del analgésico "para combatir sus problemas de insomnio".
Además habría reconocido que el cantante se estaba volviendo adicto y que por eso decidió rebajarle la dosis a 25 miligramos diarios, mezclados con dos sedantes (lorazepam y midazolam).
El día de su muerte a la madrugada, a Jackson le dieron un valium, pero como no
bajaba los niveles de ansiedad, se decidió inyectarle uno de los
sedantes y, más tarde, el otro.
Según publicó Los Angeles Times, unas horas antes de conocerse la muerte de Michael,
y ante su insistencia, Murray que nunca fue oficialmente considerado sospechoso de la muerte de Jackson accedió a ponerle una inyección de 25 miligramos de propofol. "Dije la verdad sostuvo Murray y tengo fe de que la verdad prevalecerá". Su abogado, Edward Chernoff, ,fue más allá y dijo que el médico ,nunca le dio nada que "pudiera ,haber causado su muerte".