No todos los actores pueden presumir de hacer doblete en un festival y, quizá por eso, a Ricardo Darín no se le borra la sonrisa de su rostro. El porteño estrenó el sábado "El baile de la victoria", de Fernando Trueba, y hoy presentó junto a su compatriota Juan José Campanella "El secreto de sus ojos", la cinta que hasta ahora ha cosechado mejores críticas en la Sección Oficial de San Sebastián.
"Son películas distintasmidos", explicó en una entrevista con dpa. Y, pese a la fría acogida que recibió el último trabajo de Trueba, dijo sentirse "feliz" porque "toca cuerdas que no son muy comunes en el cine de hoy y es muy atrevida (...) Creo que es una patada de burro en el medio del pecho, apunta directamente al plano emocional y creo que lo consigue con creces", añadió.
Con "El secreto de sus ojos" viene de saborear un contundente éxito de taquilla en Argentina y, aunque dice no ser muy optimista, mira hacia el futuro con ilusión: "Desde hace tiempo venía haciendo falta una película que movilizara de esa forma, que quitara un poco el polvo y terminara con esa estupidez" que impide acercarse a ver cine patrio, señaló. "Somos muy duros a la hora de valorarnos a nosotros mismos, no nos medimos con la misma vara" que otras producciones mejor promocionadas.
Tiene a sus espaldas una carrera jalonada de éxitos que le han hecho meterse en la piel de numerosos personajes, pero recuerda con especial cariño el rodaje de "Kamchatka", del argentino Marcelo Piñeyro, y lo "muchísimo" que le costó "controlar las emociones" en aquel drama ambientado en la dictadura militar.
Con "Nueve reinas", en cambio, "sentí que casi no había actuado",explicó Darín, que tiene en sus estanterías cuatro Cóndor de Plata, los premios de cine más importantes de Argentina. "Se dio esa rareza de una coincidencia absoluta entre director (Fabián Bielinsky), actores y guión y lo único que teníamos que hacer era movernos. Es un fenómeno aparte". Y más allá de los premios y las cifras de taquilla,
"El hijo de la novia" -que estuvo nominada al Oscar- tiene para el actor la particularidad de abordar lo individual, "la locura de vivir a mil, corriendo y no dándole importancia a las cosas auténticas de la vida".
Sin embargo, entre todos los hombres que ha encarnado hay uno que se le escapa y tiene muchas ganas de interpretar: "éltimamente estoy sintiendo una predilección especial por los malditos, los villanos", señaló. "No los atormentados, porque se me puede dar con cierta facilidad, yo soy medio atormentado -bromeó-, sino esos tipos que no tienen censura con respecto a nada de lo que hacen, que son de una sola pieza, están re-locos (...) Me gustaría ser un loco de esos, absolutamente sumergido en algo pasional y que no admite ningún tipo de razonamiento".
Confiesa que le duelen "las cosas que a través del tiempo no encuentran solución" y casi siempre "vienen por el lado político, por la falta de interés de la gente que gobierna en tratar de sacar a los que están más sumergidos". Pero su familia y su trabajo mantienen viva la ilusión por que las cosas cambien. Y trabajo no le falta: en octubre empieza a rodar con el joven cineasta argentino Pablo Trapero ("Leonera") y, aunque no quiso revelar detalles, apuntó que probablemente la película se llame "Las heridas" y será "muy áspera". "Es una historia de amor entre dos personajes absolutamente deformados por la realidad y el contexto en el que se va a mover esa historia de amor es tremendo, tremendo. Yo le tengo mucha fe a Trapero en ese sentido, él conoce muy bien ese
territorio". La dirección, tras su debut con "La Señal", tendrá que esperar algo más, aunque tampoco piensa aparcarla. "Estoy tomándolo con mucha prudencia, me gustaría estar seguro de cuál es el cuento que quiero contar, sé que tengo un montón de historias dentro de la cabeza pero cuando buscan una forma para salir se me agolpan todas y se empiezan a confundir", dijo entre risas.
"Quisiera contar un cuento chiquitito", explicó, fantaseando con seguir a alguien por la calle con una cámara oculta y ver lo que hace las 24 horas del día. Y es que para Darín, tanto en aquí como en la gran pantalla "no hay vidas grandes ni vidas pequeñas, todo es
cuestión de atención, de enfoque".
Fuente: DPA