Juan Martín Del Potro toca el cielo con su raqueta. Tras haber ganado el US Open, su torneo predilecto, a los 20 años y como verdugo de Roger Federer, el argentino simbolizó hoy su ascenso a la cima del tenis con una sesión de fotos en el Empire
State, el edificio más alto de Nueva York. "Estoy exhausto", afirmó en las primeras horas del martes el jugador de 1,98 metros, responsable de haber pegado uno de los mayores golpes del año en el mundo del deporte gracias a la potencia de su derecha y de su mentalidad de ganador nato.
Tres horas después de derrumbarse sobre la cancha azul del Arthur Ashe para festejar la victoria más importante de su vida y llorar a pulmón abierto su alegría ante casi 25.000 asistentes y cientos de millones de telespectadores, Del Potro llegó a un restaurante de la Tercera Avenida y 49 Este para su primera cena como campeón del US Open. Allí, rodeado de su equipo de trabajo más algunos periodistas invitados, comió un bife de solomillo mientras contestaba decenas de mensajes de texto de felicitación que llegaban a su teléfono. Se lo veía cansado, con las huellas en la cara y el cuerpo de la batalla de cuatro horas con Federer y de la tensión de las horas previas. "¿Y cómo sigue todo con Maradona y la selección?", preguntó ávido de tener noticias del equipo albiceleste.
Vestido con una camisa a rayas azul y blanca, Del Potro hizo el brindis de rigor con su coach, Franco Davin, su preparador físico, Martiniano Orazi, y su manager, Ugo Colombini. Hacia ellos escaló apenas concretada su "hazaña" ante Federer. En el palco se fundió en un abrazo con sus colaboradores. Minutos después, "Delpo" dedicaba en español su triunfo a "los argentinos que están aquí, mis padres, Julieta -su hermana-, mis abuelos, mis amigos..." A estos últimos verá ya en la mañana del miércoles, cuando arribe a Buenos Aires.
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