Facundo Arana y Nicolás Scarpino ya están recorriendo el país subidos a Poder... se puede, una historia preciosamente imaginada por Mauricio Dayub y escrita con la misma intención por su hermano, Raúl. Con localidades agotadas, el fin de semana debutaron con tres funciones en el Casino Magic de Neuquén, pero los esperan muchos encuentros más.
Poder... se puede es una (o varias) metáfora/s de la vida, de las relaciones humanas, de los miedos, de los abismos con los que nos enfrentamos. Narra el encuentro del viejo alpinista Müller (Arana) y del joven Damián (Scarpino), cuando éste se le acerca en busca de consejos, apenas se entera de que está enfermo de gravedad. Aunque las distancias y diferencias, al principio, serán enormes, con el correr de la historia irán acortándose hasta desaparecer.
En escena, una estructura metálica, una mesa, un par de piedritas, un bastón y una escalera, bastarán para que los personajes vivan todo tipo de aventuras para lograr su ¿última? hazaña: subir una gran montaña. En este punto, la dirección de Marcelo Cosentino logró algo fundamental: que Arana y Scarpino se fundan en sus personajes poniéndoles el cuerpo, la voz y el alma en dosis iguales. En escena, la dupla convence en emoción, en la forma simple del decir, y hasta cantan pequeños pasajes o hacen música con lo que tienen a mano en ese largo transitar que les espera.
Todo lo que suceda mientras tanto, dejará alguna pequeña-gran enseñanza que, lejos de sonar a obviedades o a golpes bajos, serán de esas cosas lindas para guardar en el corazón una vez terminada la función. Que uno debe estar donde quiere estar, que todos tenemos dos vidas: la que soñamos y aquella con la que salimos a la calle todos los días. Que hay que aprender a soltar. Que un escalador nunca abandona a otro... Müller y Damián son aliados, tienen distintas edades y realidades, pero comparten miedos, fantasmas o decepciones. Y no hay ninguno superior al otro: son igualmente vulnerables.
La pasión y el