Gente querida, si siempre les decimos gracias por existir, hoy más que nunca queremos reforzar la convicción de que ese que profundiza en su interior y percibe su potencial es quien más rápidamente sana su vida. A esta altura del partido, todos hemos estado en contacto con el virus, ya las autoridades se apuran a abrir paragüas y a aclarar que en un mes todos habremos conocido a alguien infectado. Lo cierto, es que ya estamos en esa etapa, y obviamente, no todos nos hemos enfermado hasta el momento.
¿De qué depende entonces el contagio? No hay que ser muy sutil para entender que el ataque de cualquier virus sólo es frenado por el estado de las defensas del cuerpo y ¿de qué depende ese estado inmunológico elevado? De varios factores, o de uno sólo, la fortaleza o la debilidad física provienen de aquello que ingresa a nuestro cuerpo. La comida que entra literalmente por la boca y también lo que captan nuestros sentidos y alimenta las emociones.
Supongamos que Ustedes están bien nutridos con las proporciones correctas de alimentos que el organismo necesita. Faltaría una extensión de la pregunta: ¿qué leen? ¿qué ven por televisión? ¿qué escuchan por radio o por la calle? ¿con quiénes se encuentran y qué comparten? ¿qué relaciones están teniendo a diario, máxime con los seres con los que comparten varias horas al día?
Grandes médicos en el mundo basan sus estudios en lo emocional como causa principal de la enfermedad. Qué es lo que hace que un virus ataque a uno y no a otro o que apenas mande a la cama a uno y mate al otro. La desnutrición mata, pero también la tensión extrema, la tristeza, la baja estima, la carencia económica y la espiritual se dan la mano e invitan a la pandemia a que haga estragos; si a esto le sumamos la invasión de los medios en un regodeo morboso de los muertos reales y los potenciales, y sí, es un acto heróico mantenerse a salvo.
Pero ustedes amigos del alma, tienen los elementos para lograrlo, no estén con la mente todo el tiempo en el mundo, vayan a su corazón y sepan que son seres divinos, viviendo una experiencia humana, y que la sabiduría es vivir ese aprendizaje con coraje, grandeza, y reafirmando una y otra vez que lo contrario al miedo es el amor.
Quien ama, vive.
Vive en serio.
Así que gracias a estas gripes del miedo, podemos sanar el cuerpo y amar como quizás no lo hemos hecho hasta ahora.
Amarnos y amar al otro.
Todos estamos expuestos cada día a los virus, al de la gripe A y al de la ignorancia, a las pestes de turno y a los negociados del puñado que se juega a las cartas al planeta y sólo recuerden datos como estos. En el mundo, cada año mueren dos millones de personas víctimas de la malaria, que se podría prevenir con un mosquitero.
Y de eso no se habla...
En el mundo, cada año, mueren dos millones de niños y niñas de diarrea, que se podría curar con un suero oral de menos de un dólar.
Y de eso tampoco se habla...
Sarampión, neumonía, enfermedades curables con vacunas baratas, provocan la muerte de diez millones de personas en el mundo cada año.
Y eso tampoco se difunde...
Gente divina, gracias por existir.
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