Voy a contarles sobre mi primer beso: me lo dio Pablito, un chico divino. Para él también era su primer beso, así que como no quería pasar por inexperto, Pablito anduvo investigando todo tipo de besos al alcance de su vista. Y cuando llegó el momento por fin, blandió su lengua cual espada por mi boca, como declarándole la guerra a mis amígdalas. Fue bastante torpe de su parte. Después me explicó que había sido una imitación de otro beso, que no era su culpa.
Estela me confesó que cuando empezó su noviazgo con Paco era un poco tímida. Se propuso hacer algo audaz y se le ocurrió copiar la estrategia de Sharon Stone en Bajos Instintos para darle un alegrón a Paco. Se puso pollerita sin interiores y se subió al colectivo con su amado. No se dejó amedrentar porque la vieran desde abajo cuando subía la escalerita. Estaba decidida, así que dejó que Paco se sentara y ahí nomás ella se fue para el asiento de enfrente del pasillo y empezó a cruzar y descruzar las piernas. Paco no se dio cuenta de nada, por suerte, pero el cavado de Estela se estaba reflejando en todos los espejitos del conductor, que venía siguiendo muy atento sus bajos instintos.
"No me copié nunca más nada", me dijo la escarmentada Estela. Es que sí, ya sabemos que las imitaciones no se lucen tanto como el original y encima tienen cierta propensión a terminar en papelón.
Pero da la sensación de que todavía hay quienes piensan que les puede venir bien parecerse a otros. Sin ir más lejos en Internet, eso pasa mucho. Se los quiero anunciar, muchachos (entre nosotros): parece que esta columnista (osea yo, Greta) tiene imitadora. Una de nombre sugerente, también. Una que propone contar algunas historias de sexo, también. Una que cita experiencias de otros, también. Una que muestra solamente una prenda de su guardarropas, también.
No es para hacer escándalos. Dejémosla. Ya lo dijeron los Redonditos de Ricota: "Cuanto más alto trepa el monito (así es la vida), el c... más se le ve".
¿Alguna vez intentaste copiar experiencias ajenas? Y vos ¿tenés imitadores?