Vino Mirta a casa y además de un budín con pedacitos de chocolate trajo una cara de secreto inocultable. La gente, vieron, pone cara de tener un secreto, pero es nada más que para que uno le pregunte.
Como quién no quiere la cosa me empezó a hablar de Aníbal, su primo. Me acuerdo de su primo, porque con Mirta nos conocemos desde chicas, y Aníbal era un pibito rubio, un chanta con cara de yo no fui.
En esa época se dieron unos besitos, ya sabemos, esas cosas pasan entre los primos. Y hace unos meses se encontraron para un festejo familiar. Aníbal en seguida le confesó que siempre había estado enamorado de ella. Mirta asegura que le pareció descabellado. Pero después de que Mirta se bebiera un par de vasos de vino blanco, Aníbal, como quien no quiere la cosa, logró convencerla de algo. Y después logró convencerla de todo lo demás.
Así empezaron a encontrarse, en secreto. Lo que no me esperaba es que Mirta se terminara divorciando, hace dos semanas, para ir a aterrizar definitivamente a los brazos de su primo.
"Es que no sabés, Greta, tenemos química ¿entendés?. Pero Química, con mayúscula", me dice Mirta. "Yo creo que es una cosa del ADN". Osea, Mirta piensa que el hecho de que sean parientes (son primos hermanos) es la condición, digamos que innata, para su excelente química sexual.
"Ya investigué todo: las relaciones entre primos no deben ser consideradas incesto. Y si llegáramos a tener un hijo las probabilidades de que tenga algún defecto genético son pocas, menos del 10 por ciento. Y te digo otra cosa: hay un refrán nicaragüense que dice que el sexo entre primos es el más ardiente. Algo hay".
Todavía no blanquearon la relación en la familia. "Pero es en serio", asegura Mirta. Después vuelve a poner cara de secreto y pregunta "¿Está mal?". Y yo me pregunto si es justo medir las relaciones con la vara de lo que está bien y lo que está mal.
¿Vos tuviste una historia con tu primo? ¿Sigue pasando algo entre ustedes?