En momentos en donde nuestro país atraviesa una crisis de valores, educativa, social, económica, en donde no existen la cantidad de lazos solidarios que debería haber, donde hay editoriales que publican a Belén Francese con sus tristes y huecas rimas, malgastando tiempos publicitarios y hojas, saber que se editó "Ami 3, civilizaciones internas" es una noticia sumamente grata. Es una brisa fresca en medio de tanto materialismo, individualidad y superficialidad.
Este es el tercero de la saga Ami (los dos anteriores también los publicó editorial Sirio). Los tres libros, luego de ser traducidos a decenas de países, entre ellos China, Corea y Japón -en donde tuvieron un éxito increíble- son considerados ya clásicos de la literatura espiritual, avalados por los Ministerios de Educación de Chile, Argentina y otros países para la educación secundaria.
"Ami 3" podría parecer
una historia infantil, pero es en realidad un manual de ciencia espiritual universal. Se trata de un niño, Ami, viene de un mundo superior al nuestro para comunicar a otro niño terrícola, Pedro, cómo se vive en planetas más avanzados. Lo lleva en su nave espacial a visitar el sorprendente mundo de OPHIR, en donde no existen las guerras, la violencia, ni las injusticias, porque allá, igual que en todos los mundos evolucionados -el nuestro está más que claro que no lo es- se vive de acuerdo a la Ley de Amor, el Amor como Fuerza Universal, como Dios mismo.
Escrito con la claridad y sencillez necesaria para que lo entiendan los chicos, es también un libro para grandes. Ya que todos necesitamos entender la fuerza del Amor; la fuerza que cobran los deseos, las intenciones, y los actos cuando se hacen a través del Amor; el poder de transmutación de lo negativo a lo positivo que tiene el Amor, el poder de revertir el desastre ecológico y planetario si nos proponemos entre todos los seres humanos ser más amorosos entre nosotros y con todo nuestro entorno, plantas animales, ríos, montañas, insectos, en fin todo, absolutamente todo, lo que nos rodea. Porque todos formamos parte de este mundo, todos estamos interrelacionados, y por ende, lo que le ocurra a cualquier parte de él, nos va a afectar, para bien o para mal.
Fue un episodio que le ocurrió a Enrique Barrios, el autor de Ami, una madrugada de septiembre de 1984, en Chile, en donde se vio cara a cara con la muerte. Unos ladrones armados con cuchillos le intentan robar, pero de pronto, extraordinariamente, salen corriendo y se pierden en la noche.
Barrios, que estaba tirado en el suelo esperando su final, de repente se ve vivo e ileso. Fue como comenzar a vivir con tiempo prestado. Pocos días después, en un bosque junto al mar -en un lugar cercano al del asalto- tiene una experiencia espiritual que marca el comienzo de su labor como escritor. Recibe la orden "desde arriba" de comenzar a escribir de esto que él había podido descubrir, hacer conciente. Pero como para la gran mayoría de las personas es más fácil creer en las cosas horribles que en las maravillas. "Para evitarme problemas Ami me recomendó decir que todo es una fantasía, imaginación y nada más. Le haré caso: esto es un cuento ", subraya Enrique Barrios.
Para despedirse su autor comenta: "Este libro está dedicado a los niños de cualquier edad y de cualquier pueblo de esta redonda y hermosa Patria, esos futuros constructores y herederos de una nueva Tierra sin divisiones entre hermanos".