Es muy común que cuando alguien se enamore, pierda contacto con todo lo demás que sigue existiendo más allá de ese nuevo objeto de deseo.
¿Cuántas veces una amiga con quien solíamos hacer salidas varias se pone de novia y desaparece -con suerte- durante algunos meses? o ¿cuántos hemos sido auto-exiliados entre cuatro paredes, lejos del resto de los habitantes, pero muy cerca de nuestro gran amor?
Es que es totalmente entendible que cuando uno conoce a "esa persona" que ha estado esperando durante tanto tiempo, todo lo demás pase a ser secundario. Y que se entre en una especie de isla del amor, donde sólo hay lugar para dos.
Suena romántico sí, pero como suele suceder, todo lo que parece tan bueno trae contraindicaciones que, aunque no queramos, debemos leer al menos de reojo.
La lic. Silvina Sánchez, reconoce que es esperable que cuando se inicia una relación y sobre todo en los primeros tiempos, la energía comience a depositarse en el objeto amado. "La rutina empieza a modificarse y la vida a pensarse en relación a ese otro, para compartir y construir", explica la psicóloga.
Pero cuando el tiempo sigue pasando y los tórtolos continúan aislados de la realidad, y lejos de quienes alguna vez supieron ser sus amigos, la relación comienza a encerrarlos en sí mismos. Lo cual, posteriormente, puede llegar a deteriorarlos en su vida individual y de pareja.
"Creo fervientemente que la media naranja es una metáfora perfecta de la relación simbiótica porque una relación es de a dos, no está conformada por dos mitades. En este tipo de vínculos los seres se mezclan y sus límites se confunden", agrega la licenciada y lanza una pregunta: "¿Qué pasaría si alguno de los dos comienza a sentirse asfixiado?". Aquí, estamos en peligro.
Es ahí cuando uno de los dos comienza a pedir "más espacio". El problema es que como la relación nació y creció así, tras este pedido será muy difícil modificar el modelo aprendido y ejercitado durante años.
En cuánto a las relaciones simbióticas y sus consecuencias, la psicóloga explica que generalmente cuando en esos vínculos hay una amenaza de separación, el "abandonado" puede sentirse desintegrado, aplastado por esta pérdida. "Esto se puede manifestar en melancolías y depresiones profundas", concluye.
Sin embargo, no todas las relaciones comienzan así, algunas logran sabiamente ir de a poco, viviendo el día a día y creciendo en tiempo y forma. Otras, se construyen en base a conflictos y tampoco viven en plenitud la etapa de enamoramiento.
Cada relación es única, lo importante, es saber que depende de cada uno, y de nuestra historia, hacerlas nacer y crecer en la forma más sana posible.
¿Te aislás del resto cuando estás en pareja? ¿Lo hacés sólo al comienzo o es tu forma de relacionarte?