Cruz Maldonado es ante todo salvaje. Salvajes para ensayar (lo hacen de lunes a viernes, cinco horas diarias), salvajes para tocar (todos tocan sus instrumentos y además cantan en los coros), salvajes en sus vidas... Así lo corroboran varias de las historias que comentan las vecinas del barrio de Flores, esas señoras de caderas amplias que todavía usan delantal y salen a sentarse al frente de sus casas a pasarse data de las últimas novedades de la cuadra. Obviamente, "esos locos de la música", así los llaman a los chicos de Cruz Maldonado, son uno de sus temas de conversación. Como la vez que llegó hasta ellas una historia de cuando David, el percusionista del a banda, hizo ciento cincuenta kilómetros en moto hasta un pueblo de la provincia de Buenos Aires buscando a una joven de quien estaba enamorado o creía que lo estaba para declararle su amor a los cuatro vientos. Como no tenía su dirección, se fue preparado: con un megáfono, arriba de su moto recorría el pueblo llamando a la chica y gritando su amor. ¿El resultado? La chica no estaba, pero los padres sí, y no les causó ninguna gracia que todo el pueblo se enterara de la historia por megáfono.
Su convivencia grupal también es particular: "Somos un poco psicólogos entre nosotros", comenta Diego Baiardi, el cantante, y agrega: "no sólo le dedicamos mucho tiempo a ensayar, también cuidamos nuestro ánimo". Por eso, es sabido que las charlas en la sala de ensayos pueden durar más de lo que lleva escuchar uno o incluso dos discos. Las sesiones de terapia grupal continúan en el escenario "Vivimos describiendo en el escenario los que nos pasa y sentimos", comenta Diego, quien en el escenario presenta a Alejandro Scalzo el más espiritual y sensible de la banda como "excelente persona que cada vez se está conociendo más a sí mismo". Facundo Gutiérrez el último en entrar al grupo, y el más joven de edad, nos cuenta: "Al principio, yo no podía creer todo lo que se decía en el escenario. Pensaba pienso, bah que estaban todos locos, ahora me doy cuenta que yo también comparto esa locura".
Tal vez sea por todas estas particularidades, que sus cuatro integrantes se mueven en el escenario con un atrevimiento y desenvoltura particulares. Apoyados por las letras y su especial percusión en vivo, la banda trasmite una energía única. Esas mismas estrofas que derrochan una pasión y un romanticismo hermosos, y describen, como nadie, el nuevo latir de la Ciudad.
Desde hace tres meses están trabajando durísimo en la Beirut romántica (la casa-gabinete psicológico-sala de ensayo-estudio de grabación de maquetas) en la preproducción del segundo disco. Extensas jornadas diarias de seis y siete horas tocando, grabando y mezclando para terminar las maquetas. El próximo disco que tentativamente piensan llamar "Semillas de luz " ya tiene terminadas varios temas, y por eso, los chicos están ansiosos. "Está quedando buenísimo, hace un mes vino Alejandro Balbis a la sala e hizo unos coros increíbles en cuatro temas ", nos comenta Alejandro Scalzo, el bajista. El ex director de las murgas Falta y resto y Contrafarsa y de muchos de los grandes temas de la Bersuit, es amigo de los Maldonado desde hace tiempo y alguna que otra vez tocaron juntos.
Están felices y se les nota. Vienen teniendo una primera parte del año a puro show, anduvieron por el complejo La Plaza, Palermo, San Telmo, Abasto, fiestas en Palermo y La Plata (este último sábado junto a Alorsa, de la Guardia Hereje ). Y este jueves 29 a las 21:30 hs. en el Club Makena (Fitz roy 1519 4772 8282) cierran esta primera etapa, con un show que promete todo y más. "Va a ser un show especial, queremos festejar con todos nuestros amigos, lo bien que nos está yendo", sonríe y suspira Diego.
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