"Sólo dos solistas en la historia del rock argentino no estuvieron nunca en una banda: Tanguito y yo", se jacta Antonio Birabent. Y la comparación no es casual. Es que el hijo de Moris parece venido de otro tiempo, de una época con un ritmo de vida más tranquilo y menor cantidad de estímulos mediáticos. En sus observaciones, en su música y en sus textos, Birabent da paso a un porteño melancólico que también se siente como en casa en Córdoba y en Montevideo, y que prefiere salir a caminar y perderse en la multitud, para actualizar y adaptar algunas de las viejas líneas decimonónicas de Charles Baudelaire, el poeta maldito de las nuevas urbes.
Acercándose a los 40 años (y feliz de no haberse criado en la década del 90, según canta en el tema que hace de epílogo al disco, Viejo barrio: "si esto es la modernidad, ahora mismo me quiero bajar/ y mandarme a mudar lejos, muy lejos"), este señor con flequillo que es Antonio presenta ahora su décimo disco, "Demoliciones", a través del sello Sitios Laterales, que creó hace diez años. "Es que me encanta ser presidente de mi propia empresa discográfica y darme órdenes a mí mismo", se ríe. ¿De qué la va el disco nuevo? "Algo que se demuele, que duele en su desaparición, algo que estaba y existía y ahora solo quedará en nuestra memoria: un estado de pérdida", explica. Es un disco de riffs rockeros, aires tangueros y melodías que anhelan ser silbadas. Antonio explica que "es un disco contundente, fuerte y sonoro. Aunque hay otros discos míos que son así, tal vez acá la síntesis entre música y letras, entre sensibilidad y energía, esté muy bien lograda. Pero mi prioridad no es rockear, sino hacer la música que yo siento".
"Demoliciones" tiene como sus otros nueve discos- una portada protagonizada por Birabent. Él acepta que es un factor que llama la atención y hasta dice sentirse sorprendido él mismo. ¿En cuál de todas sus tapas es "más Birabent" Antonio? "Mi esencia, o algo similar a ella, imagino que está un poco en todos esos discos", responde. "Pero en Demoliciones ese espíritu está actualizado y potenciado al máximo". Se trata de un espíritu que se alimenta de tango, algo de música clásica y a veces también folclore. "En estos días me acerqué a la obra de Gabo Ferro y de Bochatón y fue muy vivificante", suma. "Son dos grandes artistas. Y en el auto suena obsesivamente un disco de Miles Davis que se llama Siete escalones al cielo ". En tal mixtura, suele haber hendijas por donde se cuelan tipos como Pity Álvarez, Ezequiel Araujo o Flavio Cianciarulo, que aparecen como invitados en "Tiempo y espacio", su disco anterior, del año 2005. "La grabación con Pity fue pacífica, rápida y musical. Vino con la lección aprendida: ¡se sabía el tema entero, de arriba a abajo!", recuerda Antonio. Y se ilusiona: "Me encantaría grabar algo con Ruben Juárez. Lo admiro profundamente".
Además de hacer música y actuar, escribís prosa y sacás fotos. ¿Creés que en el futuro podrás publicar algo de ese Lado B? ¿O imaginás una obra total?
Todo lo que hago es mi Lado B y mi Lado A a un mismo tiempo. Es que en mi música están mi prosa, mi poesía y mi mirada...