En Las Malvinas, partido de General Rodríguez, el calor se vuelve insoportable como una mosca en la oreja. La radio asegura que el termómetro marca 30 grados, pero la sensación térmica canta falta envido con 33. Son las cuatro de la tarde y la práctica en el Club Atlético Atlas está pactada para media hora más tarde. Tanteamos con la vista qué hay detrás de la reja blanca que da la bienvenida al estadio Ricardo Puga. Mientras, los únicos que nos saludan son dos canes pachorrientos. Entonces, iniciamos la secuencia: aplaudimos, soltamos un "hola" timidón, corremos el gancho y entramos. ¿Y las cámaras? ¿Dónde están los productores, los monitores? ¿No es Atlas, el Gran Hermano del fútbol? Sí... pero, no.
Las primeras imágenes son las clásicas postales de un equipo de la Primera D. A metros del acceso local, un buffet extraña contratos de concesión. El polvo inunda la barra donde otrora los pebetes de jamón y queso fueron la vedette. Creemos que, en algún viejo partido, las meses más cercanas a la ventana se disfrazaron de palcos Vip, porque el alambrado que da al campo de juego está a pasitos. La cercanía al césped es una tentación y hacia allá vamos. El cal de las líneas laterales dice ausente y las matas de pasto son figurita repetida. Volvemos sobre el buffet y caminamos por un pasillo, aunque antes paramos para observar la parrilla huérfana de choris y brasas.
La llegada a vestuarios muestra los primeros síntomas (humildes) que muestran a Atlas como protagonista del primer docu-reality sobre la vida e historia de un club de fútbol oficial: un bidón enorme de, y con, Gatorade se posa sobre un banquito. A la derecha la utilería cobija pecheras y camisetas Nike, las mismas que, a medida que van llegando, traen los jugadores. "Es un programa de televisión. Lo puntualizamos desde el comienzo: la productora no es una gerenciadora. El reality generó algunas cosas que benefician al club indirectamente, pero esencialmente sigue siendo el mismo", explica Maxi Ambrosio, creador, productor y conductor del ciclo Atlas, la otra pasión. Luego cuenta que en Autobombo TV, la productora, decidieron prolongarlo (el programa) una tercera temporada. "El primer objetivo es llegar hasta mayo, después no sabemos qué va a pasar", dice.
Son las 5:30 y el entrenamiento todavía no empieza. Los jugadores arriban a medida que se desprenden se sus trabajos. Está claro: el viático de entre 400 y 500 pesos que reciben algunos, no alcanza. Se juntan y comentan el programa del día anterior -que vos dijiste tal cosa, que yo salí así, etc-, la producción que hicieron para la revista D-Mode y charlan sobre pasaportes. Lo aclara Ambrosio: "La semana que viene es posible que viajen a Perú porque recibimos la invitación de un club de allá". Llega Néstor Retamar, "Reta", el efusivo director técnico que supo dirigir a la contra, Leandro Alem. Claro que si de contras es la cuestión, uno de ellos es el actual delantero Wilson Severino, quien en mayo de 2004, cuando jugaba para Central Ballester, convirtió el gol que significó la desafiliación en la D no existen descensos- por un año de la AFA para Atlas.
"Yo pregunté qué va a pasar el día después. Es como si le quitaran el chiche al bebé. No sé, si nuestros jugadores están preparados, no sé cómo van a reaccionar. Hay que ir preparándolos para el día que no estén las cámaras y no haya determinados aportes como el de Flecha Bus los lleva en micro a los partidos-, el Gatorade... Nos vamos a encontrar con un vacío muy importante y es algo que tienen que tener muy en cuenta", avisa con tiempo Miguel Giordano, ex jugador de la institución y autor del libro Club Atlético Atlas, el último romántico del fútbol, que se presenta hoy a las 19.30 en el Club Fénix Concepción Arenal 3560, Capital-. ¿Otra consecuencia del programa, el libro? "Fue una coincidencia, porque meses antes ya venía recopilando material", afirma Giordano.
Lo cierto, es que más allá de la incertidumbre sobre qué viene luego de que las cámaras ya no jueguen para el marrón, el club podrá apoyarse en la historia. En la suya y en otra más extensa. ¿Cómo? En la mitología griega, Atlas era un titán al que como castigo le fue encomendado sostener el mundo sobre sus hombros. Entonces, si pudo sostener ese peso, bien podrá soportar que la etapa de fútbol celebritie, en un tiempo, se termine.