A lo largo de su vida, Joaquín Sabina ha dejado claro que una casa no es solo un techo: es memoria, identidad y refugio. Esa filosofía se refleja en el espectacular piso que comparte con su esposa, la fotógrafa peruana Jimena Coronado, en pleno corazón de Madrid.
Ubicado entre los barrios de La Latina y Lavapiés, el dúplex combina el encanto clásico de un edificio señorial con una impronta profundamente personal, cargada de arte, objetos de viaje y guiños a la música y la literatura, los dos pilares de la vida del cantautor.

El hogar, de aproximadamente 300 metros cuadrados, es el resultado de la unión de dos pisos que la pareja adquirió en diferentes etapas.
En la planta baja se encuentra uno de los rincones más emblemáticos: el estudio de grabación. Allí conviven guitarras, micrófonos, partituras enmarcadas, discos y un piano ubicado en el living que refleja la presencia casi permanente de la música.

ASÍ ES LA CASA DE JOAQUÍN SABINA EN MADRID
Una inmensa biblioteca de madera cubre una pared completa del salón, desde el suelo hasta el techo, reuniendo cientos de títulos que el artista ha coleccionado a lo largo de los años. La escena se completa con alfombras coloridas, cuadros, esculturas y figuras de inspiración latinoamericana que Sabina fue reunindo en sus viajes.

“Soy antiminimalista”, confesó alguna vez el compositor, y basta con observar la casa para comprobarlo. Nada sobra, pero tampoco falta lo que aporta identidad: objetos con historia, recuerdos familiares y piezas de arte que revelan la sensibilidad de sus dueños.

La cocina está integrada visualmente al salón gracias a un tabique diseñado a medida. Predomina el blanco, que contrasta con una pared mostaza ubicada junto a la mesa principal, una pieza antigua sueca del siglo XIX que se convierte en protagonista. El ambiente se complementa con ilustraciones de artistas españoles contemporáneos, aportando un sello particular y elegante.




