Impacto total en Cuestión de peso. Este miércoles 27 de agosto, Mario Massaccesi confirmó en vivo la renuncia de Ana, una de las participantes más queridas del programa, quien decidió dar un paso al costado a pesar de estar muy cerca de cumplir con su objetivo.
Horas antes, Ana se había subido a la balanza y quedó en “alerta” por apenas 500 gramos de diferencia. Sin embargo, la concursante sorprendió al equipo al llamar a la clínica y anunciar su salida del programa. “Considero que los motivos tenemos que escucharlos de boca de ella”, dijo el conductor, que no ocultó su desconcierto.
Sergio Verón, por su parte, reveló que Ana bajó 35 kilos durante los ocho meses de tratamiento y que estaba a solo 2,8 kilos de lograr el alta médica: “Ella ha sido muy prolija. Son los últimos días, no le falta nada”, señaló.
Massaccesi remarcó que la renuncia implica también abandonar el tratamiento y buscó darle una segunda oportunidad: “Creo que no merece tirar por la borda ocho meses de esfuerzo impecable”, lanzó. Y cerró: “Ha sido una referente para muchas mujeres de su edad. Así que te esperamos, Anita, de lo contrario, te vamos a extrañar mucho”.
¿Será definitiva la decisión de Ana de abandonar Cuestión de Peso?
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EL LLANTO DEL VIKINGO EN CUESTIÓN DE PESO AL RECORDAR EL BULLYING QUE SUFRIÓ DE NIÑO
En uno de los momentos más emotivos de Cuestión de Peso, El Vikingo, uno de los participantes más queridos del programa que conduce Mario Massaccesi por eltrece, no pudo evitar quebrar en llanto al contar el sufrimiento que vivió durante su infancia por su sobrepeso.
Con lágrimas en los ojos, relató con crudeza lo que atravesó desde muy pequeño: “La escuela primaria fue muy difícil para mí. Era gordo y alto, y eso me trajo muchas burlas”, comenzó diciendo el participante, visiblemente conmovido.
La dureza de sus palabras expuso el peso que aún carga: “A mí la ropa no me entraba y más de una vez he roto sillas. Y es doloroso porque lo hacés adelante de 100 pibes. Y los 100 pibes se te ríen en la cara”, expresó.
Asimismo, el Vikingo aclaró que no guarda rencor, pero sí le quedaron heridas que no cierran: “No es maldad de ellos. Simplemente son chicos, pero yo también lo era. Tenía 10 años y mi cuerpo era de un adolescente. Jugaba a lo bruto y siempre me dejaban solo”.
El Vikingo: “Cada maltrato es una piedra más. Y no importa cuántos kilos baje. Es una mochila que llevo toda mi vida. Es una tristeza que los demás no ven”.
“Tenía una tía que era muy obsesionada con el peso. Hasta una vez me llegó a pegar porque no bajé lo que ella quería. Tenía 8 años. Yo creo que fue la primera vez que recuerdo haber mentido sobre mi peso. No merecía eso”, confesó, con lágrimas en los ojos. Y cerró, a flor de piel: “Cada maltrato es una piedra más. Y no importa cuántos kilos baje. Es una mochila que llevo toda mi vida. Es una tristeza que los demás no ven”.