Rocío Pardo, de 30 años, gana posicionamiento como profesional: es bailarina, actriz, productora y ahora directora. Mientras, disfruta de su vínculo con Nicolás Cabré, con quien pronto se casará.
La unión civil la firmarán el próximo 6 de diciembre en Villa Carlos Paz, lugar que ella considera su hogar, al tiempo que su pareja la toma como un refugio. “Nos sentimos en casa, nunca hubo otra opción. Queríamos que fuera ahí”, confesó en diálogo con La Nación.
Pero antes del “sí”, la pareja estrenará una comedia teatral —Ni media palabra— que marcará su debut como dupla de dirección.

El proyecto, que se lanzará en temporada alta, es parte del entramado profesional y afectivo que comparten desde que se conocieron. “Desde el primer día fuimos a mil por hora. Fue demasiada compatibilidad en todos los aspectos”, resumió Rocío.
Con años de experiencia detrás del telón, Pardo reconoce que su presente la encuentra más comprometida con la producción y la dirección que con la actuación, aunque aún sube al escenario como parte del elenco de Pretty Woman, obra que produce junto a Flor Peña y Ricky Pashkus.

“Soy obsesiva para trabajar. Estoy en todo, desde conseguir los derechos, elegir al director y diseñar la escenografía, hasta ajustar detalles técnicos. Me encanta meterme de lleno”, afirma.
ROCÍO PARDO: LA FAMILIA ARMADA CON NICOLÁS CABRÉ
A esa intensidad laboral le suma un equilibrio personal que, según relata, encontró con Cabré. La armonía también alcanza a la hija del actor, Rufina, fruto de su relación con Eugenia “La China” Suárez.
Rocío convive con naturalidad con la exposición pública que rodea a su pareja y a su hija, que se fue a vivir a Turquía: “A veces vemos cosas que no son verdad, pero sabemos que del lado de acá todo es muy tranquilo. Rufi se cría en un ambiente con mucha armonía y eso es lo que nos importa”.

Ese mismo enfoque aplica a su familia ensamblada, una experiencia que no le resulta ajena. Con seis hermanos de distintos matrimonios, creció entendiendo la importancia de respetar los vínculos y priorizar a los niños. “Todo tiene que manejarse con mucho cuidado. Los adultos podemos arreglarnos, pero ellos son lo más importante”, reflexionó.