Otro día perdido marca la vuelta de Mario Pergolini a la televisión después de dos décadas. Desde este lunes a las 22.30 por eltrece, el histórico conductor tendrá una mesa cargada de ironía, actualidad, junto a Agustín “Soy Rada” Aristarán y Laila Roth, además de un invitado especial y con la producción de Diego Guebel y Alejandro Borensztein.

En esta charla con Ciudad, Pergolini se anima a desarmar su propio personaje: habla del mito que quiere romper sobre sí mismo, su mirada crítica sobre la televisión actual, cuál fue la decisión más dífícil que tomó en su carrera y dispara: “Rebelde hay que ser de joven. Si lo seguís siendo después de los 60, estás un poco desubicado”.
–¿Cómo te presentarías frente a una persona de 17 años que nunca te vio en tele ni te escuchó en radio?
–Hola, ¿qué tal? Me llamo Mario Pergolini, trabajo en medios desde hace mucho tiempo, incluso cuando tus padres te estaban gestando. Y puedo ser la consecuencia de que te hayan gestado, incluso. Me fui de los medios tradicionales por voluntad propia para dedicarme a los nuevos. Vos ves streaming en parte por gente como nosotros que se dedicó a hacer eso. Y como ahora veo que funciona muy bien y no me necesita, vuelvo a un trabajo que dejé hace 20 años.
–¿Por qué lo dejaste?
–Porque los tiempos habían cambiado, había vendido Cuatro Cabezas (su productora). No quería quedarme haciendo televisión industrial, no me interesaba. Ya estaba muy metido en tecnología, en lo que terminaría siendo el streaming. Me entusiasmaba mucho más. Encontré un hueco para irme y lo aproveché. Me parece que tomé una gran decisión. Aprendí mucho. Me dediqué a algo que me encanta, que es la tecnología. Y bueno... ya con 61 años recién cumplidos, me parece que está bien, ¿no?
“(Los jóvenes) ven streaming en parte por gente como nosotros que se dedicó a hacerlos. Y como ahora veo que funciona muy bien y no me necesitan, vuelvo a un trabajo que dejé hace 20 años”.
–¿Qué te aburre más: la tele, la radio o el streaming?
–Ya tele no veo. Muy poco. Me cuesta encontrar un programa que quiera ver. Me aburre el formato de seis tipos hablando con pantallas de fondo, opinando de todo como si fueran especialistas: da igual si es un asesinato, si es Wanda Nara o si Milei es maleducado. Me aburre que todos hablen de todo. Por eso... nosotros vamos a hacer lo mismo, ¡de lunes a viernes! (risas).
-Por eso tenés una mesa con seis personas.
-¡Claro, somos 22! Todos van a opinar (risas).
–¿Qué ves venir en los medios que todavía no se vio?
–Creo que los medios van a customizarse mucho más. Cada vez vamos a consumir productos más de nicho. Ya no hay que hablarle a todo el planeta. Yo suelo decir que ya no se grita, se susurra. Creo que cada persona es su propia marca, más que parte de una organización. Y con la tecnología que te perfila tanto, van a aparecer programas hechos para vos. Literalmente.
-Más nicho.
-Sí, mucho más nicho. No tiene sentido hablarle a todo el mundo. Creo que Caiga (Quien Caiga) fue un poco pionero en eso.

–¿Y no se pierde ahí lo disruptivo, que el algoritmo te ofrezca siempre lo que ya sabe que te gusta?
–Está bien lo que decís, porque cada vez salen menos disruptivos, ¿no? Porque como todo el mundo tiende a ser “para complacer”. Pero siempre hay un joven, siempre hay alguien que tiene una idea nueva, que lo quiere intentar. Ese que filma en un plano secuencia y hace una serie y dice, “mirá, está en todo plano secuencia” y a lo mejor no te gustó tanto la serie, pero sí ese plano. Esa gente es disruptiva y le va bien. Pero bueno, cada vez aparecen menos cosas disruptivas.
–¿Cuál fue tu decepción más grande en el medio?
–La mirada “ombliguista”. Todos creen que saben lo que quiere la gente. Y no te dejan probar. Por eso muchos medios terminan pareciéndose entre sí. Y el streaming está por cometer ese mismo error. Ojalá surjan cosas distintas, no solo charlas entre amigos que creen tener anécdotas geniales. Pero se los perdono más porque están empezando.
–¿Qué colega te gustaría que vea tu primer programa?
–Lalo Mir. Gente de producción que respeto. Hay gente nueva como Fer Dente que están haciendo las cosas bien, con otra mirada. Y mis hijos. Me alcanza con que lo vean ellos.
Un ping pong personal y reflexivo
–¿Qué le dirías al Mario de Cuál es si te lo cruzaras ahora?
–Le diría: “No te preocupes. Parece que todo se viene abajo, pero si se acaba, no es la muerte. Hay muchos caminos. No hay uno solo. Aunque te desesperes, vas a estar bien. Tranquilo”.
–¿Sos más rebelde ahora o antes?
–No. Rebelde hay que ser de joven. O tener esa actitud joven un tiempo. Si seguís siendo rebelde después de los 60, estás desubicado. A esta edad, ya lo ves desde otro lugar. Hay una edad para salir a patear ortos. Después, hay que sentarse a mirar las cosas con otros ojos.
–¿Qué mito sobre vos te gustaría romper?
–Que soy un jefe duro, súper exigente. No creo ser así. Pero los mitos tienen su encanto. Después dicen: “Ah, no era tan grave”.
–¿Quién sos cuando no tenés que demostrarle nada a nadie?
–Un tipo bastante solitario, poco sociable. Me gusta estar en mi casa, cocino todos los días.
"Quiero romper el mito de que sue soy un jefe duro, súper exigente. No creo ser así. Pero los mitos tienen su encanto. Después dicen: ‘Ah, no era tan grave’".
–¿Sos medio fóbico a la gente?
–No, fobia no. Pero soy callado, tranquilo. Por eso me gustan las computadoras, los videojuegos... Sigo jugando todos los días. Me gusta esperar que salgan consolas nuevas, probar cosas. Lo bueno de ser adulto es que tenés otra billetera.
–¿Cuál fue la decisión más solitaria que tomaste?
-Creo que esas que me han hecho cambiar de rumbo porque cuando cambias de rumbo afectás a mucha gente. He trabajado durante mucho tiempo con amigos y ser jefe de tus amigos es complicado...

-Pero vos siempre decías que no eran tus amigos.
-Bueno, realmente no éramos amigos-amigos como la gente creería que es un amigo. Pero muchos sintieron que les soltaba la mano y puede ser bastante egoísta. Lo cierto es que cuando cambiás de rumbo, cambiás vos solo con tu círculo muy chico entonces esas decisiones son bastante solitarias.
"Mi esposa Dolores, con quien estoy desde hace 34 años, y mis hijos son los que me conocen de verdad. No importa lo que digas, importa lo que hagas. Y los que te conocen bien bien te quieren incluso con tus miserias, ¿no?".
–¿Quién te conoce de verdad?
-Y, 34 años de casado...
-¡Dolores!
–Dolores y mis hijos. Con sus idas y venidas, los hijos te conocen bien, te sacan la ficha porque es muy difícil ser falso ante un hijo. Incluso cuando no te quieren, a veces está bien que no te quieran. El que te conoce bien no te conoce por lo que decís sino por lo que hacés y con los hijos es así. No importa lo que digas, importa lo que hagas. Y los que te conocen bien bien te quieren incluso con tus miserias, ¿no?