Por más que lo tienten con proyectos sólidos y ambiciosos, Mario Pergolini (49) parece estar decidido a no volver a la televisión abierta. "Con mi hija menor, Valentina (7), me pasa por primera vez que los chiquitos no saben quién soy. Eso es salir de la tele. Y eso explica por qué no quiero volver nunca más", reveló el conductor de Tenemos malas noticias en un profuso reportaje para La Nación.
Como entusiasta emprendedor al frente de Vorterix, que tiene su pata en la FM 103.1 y en la web, Pergolini reflexionó: "A mi modo, (de adolescente) había descubierto algo importante, que la audiencia sigue al contenido, pero también a la mejor tecnología disponible. Y no es muy distinto a lo que hago ahora". En su crítica televisiva, agregó: "Yo no puedo esperar para ver las cosas cuando se le ocurre a un gerente de programación. Quiero hacerlo a la hora que se me cante y, si quiero, me veo todos los capítulos juntos".
Picante, Mario también lanzó un dardo contra el reality que conduce Andy Kusnetzoff: "Me fastidia que se hagan formatos de afuera, que no se piense. ¿Para qué queremos Extreme Make Over acá? Ya sabemos qué va a pasar, cuando se ponen a llorar... Me cuesta entender cómo los tipos ven que baja el rating, que cada vez hay menos plata y nadie piensa Che, ¿y si hacemos algo mejor, no volverá el rating y el dinero?".
En referencia a su otrora acérrimo rival, Marcelo Tinelli, el empresario confesó: "No hay una ideología televisiva, no es algo dramático. Al ser yo el segundo me servía provocar... Ahora que ya no competimos... Me invitó al aire a hacer la apertura de ShowMatch... No, gracias". Es la cordial relación que une a Pergolini y Tinelli a través del colegio al que van sus hijos.
Al final de la entrevista para el suplemento Conversaciones, el ex CQC contó cuánto le costó despegarse de Rock & Pop tras 25 años al frente de ¿Cuál es?: "¡Lloré como un nene! Angustiado. Una semana no dormí. Sufrí mucho cuando sabía que me iba de la radio. Fue tremendo. Sin embargo, no sé. No volví más". Ni siquiera quiere regresar para reunirse con Eduardo de la Puente, a quien define como hermano de la vida.