Para los fanáticos del cine de Quentin Tarantino, Strange Darling se presenta como una experiencia imperdible. Este thriller psicológico (disponible en Apple TV+) dirigido por J.T. Mollner combina violencia estilizada, diálogos filosos, juegos de poder entre sexos y una narrativa no lineal que remite directamente al estilo del director de Pulp Fiction y Death Proof.
Estilo de Quentin Tarantino pero con identidad propia
Desde sus primeros minutos, Strange Darling evoca el espíritu de Tarantino: mezcla tensión, humor negro y brutalidad cinematográfica.
El film sigue a una joven (interpretada por Willa Fitzgerald) que escapa de un hombre misterioso (Kyle Gallner) por las rutas del estado de Oregón. Lo que parece un juego clásico de gato y ratón se transforma rápidamente en algo mucho más retorcido, en un relato contado en una estructura fragmentada, donde el tiempo salta hacia atrás y adelante, revelando capas ocultas de cada personaje.
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La violencia está cuidadosamente coreografiada como en las películas de Tarantino. Pero más allá del homenaje estético, Mollner imprime una sensibilidad moderna especialmente en su abordaje de la dinámica entre víctima y victimario, que resuena con debates actuales sobre el consentimiento, la manipulación y el poder.
Dos actuaciones inolvidables
Gran parte del magnetismo de Strange Darling radica en su dúo protagónico.
Willa Fitzgerald ofrece una actuación ferozmente contenida, que evoluciona hacia lo explosivo, mientras que Kyle Gallner encarna a uno de los psicópatas más inquietantes del cine reciente sin caer en clichés.
La química entre ambos, cargada de tensión sexual, miedo y desafío, recuerda a los mejores duelos actorales del cine tarantinesco, como los enfrentamientos entre Christoph Waltz y Mélanie Laurent en Bastardos sin gloria.
Dirección y estética: adrenalina visual
La puesta en escena de Mollner es cruda, dinámica y sumamente estilizada. Con fotografía de Giovanni Ribisi (sí, el actor), la película mezcla colores saturados, planos largos y movimientos de cámara impredecibles, que construyen una atmósfera paranoica. La banda sonora, que alterna entre lo clásico y lo perturbador, acompaña cada giro de guion con precisión quirúrgica.
Un guion que juega con el espectador
Uno de los mayores logros de Strange Darling es su estructura narrativa. Contada en seis capítulos desordenados, la película obliga al espectador a reconstruir los hechos por su cuenta. Este recurso, clásico en Tarantino, no se siente como un truco, sino como una forma de sumergirse más profundamente en la psicología de los personajes. Nada es lo que parece, y cada secuencia obliga a reinterpretar lo anterior.
En conclusión
Strange Darling no es una simple copia del cine de Quentin Tarantino: es un diálogo con él. J.T. Mollner toma los elementos que han hecho del director uno de los más influyentes de su generación y los reinterpreta bajo su propia mirada, más inquieta y contemporánea.
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Para quienes disfrutan de películas donde el guion es tan filoso como un cuchillo, la violencia es arte y los personajes no se olvidan fácilmente, Strange Darling es una experiencia intensa, adictiva y, sin dudas, una de las películas del año.
Otra coincidencia con Quentin Tarantino: la película fue producida por Miramax, la productora fundada por Harvey Weinstein -quien está preso por abuso sexual- que también estuvo detrás de los grandes éxitos del director. Fue estrenada en el circuito de festivales y aclamada por la crítica, lo que la convierte en una de los filmes del año.