Este lunes la guerra entre Graciela Alfano y Aníbal Pachano explotó por enésima vez, en este caso por Sofía Pachano. Estos rivales mediáticos desde 2009, cuando comenzó la batalla en medio del certamen de El musical de tus sueños, siempre encuentran la excusa perfecta para agredirse y retroalimentar su historial televisivo.
Siempre dicen que será la última pelea, que ya no hablarán del otro. Pero vuelven a insistir con lo mismo cuando pierden pantalla.
Si bien es cierto que Alfano tiene 40 años de figura (y siempre se encarga de recordarlo) y Pachano tan sólo tres añitos de intensa masividad, los dos jurados del Bailando se encargan de renovar la disputa una y otra vez, aunque finjan evitarla.
Siempre dicen que será la última, que ya no hablarán del otro, denuncian amenazas y discriminaciones, se insultan, ocupan el tiempo de la Justicia o el INADI, y se llaman a silencio por una rato. Pero vuelven a insistir con lo mismo una y otra vez cuando pierden pantalla.
Tras la piña, Alfano fue suspendida siete semanas del ciclo. Se la hizo "descansar" de la pantalla por decisión del canal, y Pachano respiraba feliz mientras le inició una querella por lesiones leves. Una vez sobreseída y ante la necesidad de un jurado potente, la producción volvió a convocarla y el fuego se reavivó: otra vez la cantinela del Twitter, de la familia de artistas, del eterno "no sabia que no se podía".
Graciela me aseguró que estaba harta de la violencia recibida e iba a rescindir su contrato. Pero volvió corriendo al estrado ante el primer llamado.
Una semana antes de su regreso, hablé telefónicamente con Graciela y me aseguró que estaba harta de la violencia recibida, me expresó sus intenciones de cambiar el perfil, y confesó que su ciclo en el Bailando estaba terminado, ya que rescindiría su contrato de "mutuo acuerdo" con la producción. El viento se llevó sus palabras y volvió corriendo al estrado ante el primer llamado.
Unas horas antes, Pachano en BDV (Bien de Verano, mi programa por Magazine) volvió a relacionarla con el genocida Emilio Massera y prometió más historias sobre ese supuesto pasado oscuro en la década del 70 "si la señora vuelve a meterse con Sofía". Y eso es justamente lo que ocurrió en estas horas. Por ahora, Aníbal solo atinó a califcarla como una "basura" y decir que "esa señora con esa fruta en la cabeza, es una verdulera boliviana de las que venden ahí en Plaza Constitución". Declaración espantosa para un autodenominado luchador contra la discriminación.
Ante esta interminable guerra de "monstruos" mediáticos, sólo me surge una palabra: HARTAZGO.