La vida en la ciudad puede dejar pocos espacios para estar en contacto con la naturaleza pero es importante procurarlos. Con buena actitud y un poco de imaginación es posible disfrutar la vida con cosas simples que llenen de energía el cuerpo, la mente y el espíritu.
Tener una vida sana implica paciencia, dedicación y voluntad, manteniendo el interés constante en el cuidado personal. Y este trabajo debe ser propiciado por cada persona aunque también puede ayudar relacionarse con otras que también compartan este estilo de vida.
La naturaleza es sinónimo de tranquilidad, lo que significa volver a lo básico y esencial para vivir plenamente. Las montañas, la playa o alguna pradera son lugares espectaculares donde las personas pueden darse el momento de ser ellos mismos y fluir.
Actualmente hay una gran variedad de iniciativas que estimulan a las personas a estar más tiempo al aire libre, incluso en la ciudad, comenzando por actividades físicas hasta tendencias que apoyan la integración de la ecología en el diseño de interiores y exteriores.
Más allá del gusto personal, hay tres razones que impulsan el hábito de estar en contacto con la naturaleza por los beneficios que tienen sobre la salud. En primer lugar, el entorno natural propicia momentos de relajación, tan necesarios considerando el ritmo de vida diario. Es una forma sana de dar un receso al estrés y a la tensión del día a día.
En segundo término, abre el tiempo para compartir plenamente con otras personas, algo que puede ser difícil de conseguir en otro tipo de espacios. Además puede ayudar a construir vínculos externos e internos con otros, considerando que lo natural es perfecto para sanar.
Por último, la naturaleza permite disfrutar lo que se tiene en el instante. Estar en el presente y estar consciente del valor de las cosas y las personas que están alrededor, lo cual ayuda a tener mayor control sobre la propia vida.