La pandemia del coronavirus y la necesidad del aislamiento humano han cambiado el mundo al punto de generar escenas antes impensadas. Sin embargo, lejos de la paz con las que muchos animales recorren las ciudades una decenas de gallos y gallinas salvajes están enloqueciendo a los vecinos de un barrio de Auckland, Nueva Zelanda.
Y es que los 4.000 residentes de Titirangi no podía creer lo que se encontraron cuando se levantó el confinamiento: decenas de pollos por todas partes, que ensucian todo a su paso y no los dejan dormir. Todo empezó cuando dos de estas aves fueron abandonadas en el campo en 2008 y se han reproducido sin control.
Los responsables de la comunidad se han comprometido a intentar atrapar a todas las aves, aunque algunos vecinos desesperados están haciendo presión para que una empresa que comercializa carne de pollo congelada se haga cargo de la tarea y desaparezcan de una vez por todas.
Para colmo, parece que una vecina está dejando comida para los pollos, que atrae a su vez a las ratas, “del tamaño de un gato”, según se quejan. Algunos vecinos, inclusive, aseguran que la situación es tan terrorífica que parece “salida de una novela de Stephen King”.
De momento, algunos pollos han sido reubicados a granjas cercanas, y las autoridades confían en solucionar pronto el problema.