En plena vorágine creativa y a días del estreno de La muerte de un comediante, su ópera prima, Diego Peretti abre la puerta a una charla íntima, descontracturada y llena de confesiones inesperadas. Actor, guionista, director y productor —todo a la vez y “sin sufrir”, como él mismo aclara—, se anima a contar cómo nació este proyecto singular financiado por más de diez mil socios productores de la comunidad Orsai. Desde su viaje emocional entre Buenos Aires y Bruselas, el vértigo de dirigir por primera vez, su presente teatral y cinematográfico, los rituales futboleros, hasta su faceta más privada: la alimentación, el amor, la paternidad y una honestísima reflexión sobre la fama. Una conversación imperdible con un Peretti tan lúcido como vulnerable.
-Diego, quiero que me cuentes todo sobre Peretti’s Project.
-Así llamó Hernán Casciari y la comunidad Orsai a esta manera de autogestionar contenidos audiovisuales. Es una manera de juntar capital para poder llevar a cabo una película. Se anotaron 10.190 socios productores y se consiguió un dinero como para hacer una película en dos países.
-¿De qué se trata la peli, que, además, es tu ópera prima?
-Si bien es una película de autor, más personal y no una mega producción, la cuestión de trabajar en dos países era algo que necesitaba una producción buena. Y bueno, así yo con esa responsabilidad empecé a escribir el guión. O reformulé un guión que ya estaba escrito y conjunto con Javier Beltramino, que es el codirector, estuvimos en el proceso de preproducción, producción y postproducción.
-¡Y actuación!
-Actuación y guión y dirección ¡y todo! Es un proyecto muy personal, pero muy agradable, muy hermoso de hacer. Nunca quise ser director de cine, pero la oportunidad de hacer una película que me incluyera tan personalmente en todo lo que quería decir, con tanta libertad, era una oportunidad realmente única. Y bueno, como artista que quiero ser, no que soy, que quiero ser, el tener el control de un mensaje tan mío a través del cine era una oportunidad única y se siente muy halagüeñamente.
-¿Cómo lo viviste?
-No sufrí. Sí viví con mucha intensidad todo el proceso y lo sigo viviendo, pero no he sufrido porque es algo... tanta libertad para hacer cine y que se estrene en cines es único. No creo que haya manera de gestionar así y con tanta libertad. Ya tendría que ser popular, si querés, por el hecho de la manera en que se gestionó y la libertad con la que se gestionó. No es un cine común.
-Justamente iba a usar la palabra gestionar, porque te iba a preguntar cómo gestionaste todos estos roles.
-Tengo y tuve muy buenos profesores. Me acordé de mucho de Daniel Barone, de Taratuto, de Winograd, de Szifrón. Bueno, Ricardo Darín me dirigió en La Señal, de él también me acordé. Y de otros directores de teatro. También el conocimiento profundo de lo actoral y una visión artística que yo tenía clara. Y además, armamos realmente un dream team.
-¿Cómo sos como director?
-Y, mirá, lo que sí, el director de cine tiene que convencer. Todo el tiempo convencer. Y a gente muy avesada del cine, convencerla, tenés que tener los argumentos. Y como era algo muy mío, los argumentos me salían naturalmente. Mirá, a veces el militante político tiene que convencer a alguien. Es un “moplo” eso. O cuando tenés que promocionar una película que no te gusta o en la que no creés tanto. En cambio este era un frasco, un “bloque” que yo tenía más compacto. Y entonces el convencimiento no era trabajoso. Era hablar y al hablar convencerme yo, encontrar nuevas cosas. Es un proceso creativo muy, muy lindo
-La muerte de un comediante transcurre en Buenos Aires y en Bruselas, ¿cómo fue filmarla acá y en Bélgica?
-Viajamos a Bruselas porque la historia es sobre un actor famoso, un simulador, si querés. En la película se llama “El escorpión de la Justicia”. Es un actor, un héroe de ficción urbana, muy conocido, muy popular, que recibe la noticia de que en poco tiempo va a morir. Y entonces, decide, en vez de quedarse acá arreglando toda su burocracia testamental, viajar al lugar donde se creó el personaje de historieta que a él lo inspiró para ser actor. Es como si fuera un fanático de John Lennon y decide ir a la casa donde vivió, donde gestó su primer canción. Y Bruselas es el centro diplomático de Occidente también. Y es la capital mundial del cómic.
-Donde se creó Tintín.
-Claro, Tintín era la base, la piedra fundacional de este proyecto, que terminó siendo Bombín y creando un nuevo personaje de cómic, iconolizándolo, digamos, a ese personaje, a Bombín. No podíamos utilizar la marca Tintín porque costaba mucha plata y no queríamos malgastar la plata del socio productor. Malgastar o gastarla no creativamente. Entonces tuvimos que construir un nuevo personaje. De eso se trata la película y allí en Bruselas pasa de ser un héroe de ficción a que su cuerpo transite un acto heroico verdaderamente. El 20 de noviembre se estrena y antes también pasamos por el Festival Internacional de cine de Mar del Plata.
-Además de la película, seguís con El jefe del jefe en teatro con gran éxito.
-Sí, ahí estoy con Fede D’Elía, Juan Isola, Cristian Jensen, Ariadna Asturzzi y Andrea Lovera y dirigida por Javier Dolte. En el complejo La Plaza, producida por Pablo Kompel y Adrián Suar. Estamos muy bien, desde abril, sigue viniendo mucha gente, lo cual es un milagro para el teatro. Terminamos a fines de noviembre. Y después volvemos el 21 de enero al mismo lugar. Después empezaremos una gira por el país.
-En el medio también hiciste otras películas.
-Este año hice Risa, dirigida por Juan Cabral. Una película hermosa que se filmó en Ushuaia. A mitad de año, otra con Ricardo Darín que se llama Mejor lo dejamos acá. Que no sé si se estrenará en cine o va directamente a Netflix. Y ahora empiezo la semana que viene a hacer una película, Consumidor Final, dirigida también por Hernán Gottfried, que es el mismo que nos dirigió a Ricardo y a mí en esta película que te conté. Voy a estar con Joaquín Furriel.
-Si bien hacés de todo, se sabe poco de tu vida.
-Mejor (risas). Compartiendo mi vida con mi novia y con mi hija, fundamentalmente, y con mis amigos.
-¿Qué nos podés contar? ¿Cómo te manejás con la alimentación, por ejemplo, con los cuidados, con tu físico?
-Bueno, me estoy alimentando mejor en los últimos dos años. Porque hay una edad en la que la panza empieza a crecer de manera irremediable. Y no vuelve. Pero bueno, sigo haciendo deporte, tenis, natación, pesas.
-¿Es verdad que solés ir a jugar al fútbol a unos famosos “picados” que se arman en avenida Figueroa Alcorta, en Palermo?
-¡Sí! Hace como 5 meses que no voy porque como hago teatro se me complica. Me hice amigo de un grupito de muchachos que juegan al fútbol todos los sábados a las 11. Traen el arco, las tiras para las áreas y yo me sumé. Era una religión ir los sábados a las 11, pero teniendo teatro las rodillas me quedan complicadas. Y en el teatro estoy todo el tiempo en escena. Si jugaba al fútbol a la mañana, la doble función del sábado la sufría. Pero es un plan espectacular. Yo llevaba la pelota además, la que se usó en la Copa América.
Papá Diego
-¿Cómo es ser padre ya de una mujer como Mora?
-Morita, mi única hija es actriz. Está estudiando cine también. Va a hacer un papel en esta película, Consumidor Final, porque hizo el casting y quedó. La sigo de cerca, sabiendo el mundo en el que se mete. Que a veces desearía que se hubiera dedicado a un mundo que yo no conozca... Pero bueno, se metió en este y lo conozco. Y la estoy acompañando, tiene una polenta tremenda.
-Claro, en tu caso vos habías estudiado algo que tus padres no conocían...
-Sí, yo me metí en medicina. Mi viejo no sabía nada de ese mundo, tenía menos “molde” para decir las cosas. Cuando uno conoce tanto el paño, las sugerencias, los consejos, están atravesados por un montón de variables. Entonces no sabés cuál decirle y cuál no. Porque cada vida tiene una experiencia que es única. Y lo que no te sirvió a vos, por ahí a ella sí. Y lo que te sirvió a vos, por ahí a ella no. Pero estando ella en un ambiente tan conocido, hay cosas que le tengo que decir. Y por ahí le fijan prejuicios o le fijan sobreestimaciones.
-¿Cómo es tu vínculo con ella?
-Desde que nació hasta el día de hoy, se te “vira” la visión y hay un porcentaje importante de la atención que está hacia ella. Siempre la llamo y estoy muy pendiente, de los bajones, de los saltos de ánimo y toda su vida.
-¿Es verdad que te gustaría ser todavía más famoso?
-Es que tengo una fama que tiene que ver con los trabajos, ¿viste? No tengo fama por otra cosa, “cenicerazos”, etcétera. Entonces, si vos me preguntás si me gustaría ser más famoso, la respuesta es sí. Porque me gustaría seguir haciendo personajes lindos y reconocidos.
-Claro, lo que pasa es que vos sos conocido por ser justamente Diego Peretti, que eso no le pasa a muchos actores.
-La gente me quiere, sí. Noto la popularidad que tengo y la buena onda.
Video y edición
Fernando Halperín