Su vuelta al trabajo lo acercó nuevamente a la prensa: Nicolás Cabré (35) desembarcó en el teatro Lola Membrives con El Quilombero y, con la premisa de promocionar la comedia, asistió a Morfi, todos a la mesa, el programa que conducen Carina Zampini y Gerardo Rozín en Telefe.
Sin embargo, la pregunta inicial del periodista tiñó inmediatamente la charla de nostalgia y bellos recuerdos. "¿Cuál fue una comida inolvidable?", indagó Rozín. Y Cabré no dudó en evocar a padre Norberto, quien murió en agosto de 2014.
"Los almuerzos inolvidables eran los asados que comía con mi papá y sus amigos en el club. Son esos asados, esos encuentros que teníamos todos, desde muy chicos, en el club que iba mi abuelo. Hoy que mi viejo no está, y son más importantes", pronunció el actor visiblemente conmovido tras recordar la figura de su padre.
"Cuando yo hacía la obra Algo en común, mi viejo por lo general me iba a buscar a la noche, y él pensaba que yo no sabía -porque no me lo decía- pero él vio todas las funciones, era el fan número uno… Yo sabía que él había estado ahí parado, atrás del todo", dijo Nicolás.
Al ver a su entrevistado romper en llanto, Gerardo le pidió que amplié sobre esos encuentros y -con orgullo- Nicolás se explayó: "Eran en el club Brisas de Liniers; mi viejo fue lo más grande del mundo. Él siempre nos llevaba y los amigos de mi papá eran muy variados, había desde un dentista, un fabricante de heladeras, un taxista... Del asado en el club nos íbanos a ver a San Telmo, a Vélez, eran asados increíbles, donde yo disfrutaba mucho. Son recueros de mi infancia y adolescencia imborrables. Íbamos todos a ver a San Telmo o a Vélez, y mi viejo era de Boca".
Por otro lado, Cabré destacó que sus padres siempre lo apoyaron en su decisión de ser actor y que, incluso, Norberto era fiel admirador de su trabajo, en especial sobre su perfil en las tablas.
"Mi viejo siendo taxista tenía la libertad de llevarme a los casting. Él lo vivía con mucha alegría. Hay anécdotas... Cuando yo hacía Algo en común, por lo general me iba a buscar a la noche, y él pensaba que yo no sabía -porque no me lo decía- pero sé que él vio todas las funciones, era el fan número uno. Después, hacía como que había llegado hace cinco minutos. Pero yo sabía que él había estado ahí parado, atrás de todo (…) Hoy, hacer teatro, me acerca un poquito a esos recuerdos. A esas ganas de saber que mi viejo lo disfrutaba mucho", cerró un Cabré tan auténtico como inédito.