El instante de la íntima y milagrosa conexión entre madre e hija quedó grabado en la memoria y el corazón de ellas, pero una ínfima parte de ese momento de amor se plasmó en fotografías. Tras una vida de ilusiones, desencantos y un embarazo deseado concretado, Débora D’Amato (45) concluyó los 9 meses de gestación con un tierno abrazo con Lola.
La cesárea programada ocurrió el lunes, cuando la nena nació con 3,855 kilos y 48 centímetros de altura, luego de una inseminación artificial a través de un donante anónimo. Más allá de los fríos datos clínicos, Débora intento poner en palabras lo que le pasó al sostener en sus brazos a Lola en una nota con la revista Paparazzi: “La primera sensación, cuando la sacaron y me la pusieron en el pecho es indescriptible. No tengo mucho para decir sobre eso. No tengo palabras. Es una emoción que nunca sentí. Mientras la besuqueaba toda, ella lloraba con la boca abierta y yo lloraba con ella”.
Por otra parte, la periodista de Intrusos, en ejercicio de la licencia por maternidad, completó: “Tuvimos empatía. Es bastante simpática. La miro, la miro y no puedo creer que es mi hija. La veo, obviamente hermosa. Van pasando los días y nos entendemos más. Ahora se amigó con la teta y estamos tratando de que empiece a salir la leche y que no sea solo calostro. La verdad es que ella pone mucha voluntad, y ahí estamos, en pleno conocimiento mutuo”.