Por Lorenzo Lolo Anzoátegui, crítico de rock
Hay cosas que son obvias como que Darío Grandinetti es nuestro John Malkovich y Los Pibes Chorros son los Strokes de la cumbia. Bueno, los rosarinos Vilma Palma e Vampiros nos llevaron de la mano a unos hermosos y hedonistas noventas como lo harían al norte del Reino Unido bandas como Happy Mondays, Stone Roses y Primal Scream.
A fines de los ochenta en Inglaterra hubo borrón y cuenta nueva y las bandas indie llegaron medio de casualidad a una fusión de guitarras neo-sixties y electrónica acid house (ver la película 24 Hour Party People de Michael Winterbottom). Inspirados en la escena rave, los soundsystems de reggae, los progresistas psicodélicos alemanes Can, las guitarras con miles de cuerdas de The Byrds/The Smiths y el costado eufórico de los Stones, estos grupos acabaron -hasta la llegada del britpop, por lo menos- con el costado nerd sendible de cardigan que era la norma alternativa ochentera. La "movida Madchester" eran muchos mini-Beatles de éxtasis: los ya mencionados Roses, Mondays y Screams, los Charlatans, Flowered Up y hasta unos primerizos Blur. Los -hasta ese momento- neuróticos y tímidos indie-rockers se abrazaban, se drogaban y (¡oh no!) bailaban música electrónica en pantalones anchos.
Los Vilma Palma son el único ejemplo nacional de este estilo. Con ellos es menos el "por quiénes están influenciados" que el "a qué suenan". La Pachanga, ese gran himno a las noches largas y la falta de tinto (tal vez el "Girls & Boys" de Blur argentino), es una mezcla de guitarras post punk totalmente Talking Heads con house "baggy" y actitud desafiante. Si la canción hubiese estado en inglés, habría influenciado a Oasis. Los santafecinos tuvieron discos que fueron tan inspirados como subestimados. Eran dueños de un sonido único que, a su vez, correspondía con la última tendencia musical anglosajona. Pandilla working-class ambiciosa trasnochera, como las mejores bandas. Un disco debut en el que "cada tema es un single". Escuchen Bye Bye, una canción que no estaría de más en el "Screamadelica" de Primal Scream, una mini-sinfonía a lo Brian Wilson. O Auto Rojo con sus puntiagudas cuerdas que nos recuerdan a Josef K (ídolos musicales de Franz Ferdinand). De haber nacido en Manchester, serían una influencia en el último furor británico de grupos neo-indie-rave como Klaxons.