Por Analia Sánchez
Tropezar con la misma piedra... Muchos lo relacionan con la mala suerte y es común escuchar el lamento de mujeres casadas, solteras y/o divorciadas (y de algún que otro hombre) mientras culpan a la mala fortuna al momento de elegir.
Sin embargo, cuando comienzan a analizar la situación caen en la cuenta de que no es la suerte sino más bien conductas propias y elecciones que hacen que repitan una y mil veces los mismos actos. Algo es algo, a no desesperar. Posiblemente sea a partir de ahí cuando puedan llegar a modificarlo.
"Es importantísimo el hecho de reconocer que se comenten siempre los mismos errores en lugar de seguir culpando al destino maldito , es en ese momento cuando se empieza a percibir la situación de otro modo", explica la Licenciada en Psicología Mariana Juda Ungar. "Es bueno que el sujeto en cuestión comience a peguntarse cuál es su cuota de responsabilidad para que siempre le pase lo mismo", agrega.
Hay dos motivos principales por los que alguien puede ir de un fracaso amoroso en otro, y así sucesivamente: el de los que creen que es preferible tener una mala relación a no tener ninguna, y otro, que tiene que ver con negar la posibilidad de un tratamiento terapéutico que lo ayude a lograr un tipo de relación sana.
Al hablar de repeticiones hablamos de lo conocido, generador de cierta seguridad, aunque más no sea que desde el sufrimiento. "A veces, tener la posibilidad de conocer nuevos modos hace que se puedan modificar ciertos hábitos que ya no nos sirven. No es fácil, pero tampoco es imposible", concluye la psicóloga.
Se trata de correrse a tiempo de lugares que se han vuelto incómodos, romper con estructuras que ya, a esta altura, sólo hacen que vivamos llorando como las protagonistas de las novelas. Y tener en cuenta que siempre, pero siempre, es uno mismo quien tiene la posibilidad de elegir. Entonces, ¿por qué no optar por lo sano?