En algún momento de una relación puede aparecer la apertura como planteo. Creo yo que más tarde que temprano, pero quién dice existan aquellos que se conocen y después del primer beso se proponen "tengamos una relación abierta, ¿dale?". Como sea. En algún momento de la relación, decidimos que mejor no casarnos ni tener hijos, por ahora. Que mejor no prohibirnos la oportunidad de conocer a otras personas. Que mejor tener una relación abierta antes que una relación mentirosa y llena de infidelidades.
La relación abierta, hay que aclararlo, consiste en una relación y solamente una relación: con satélites, si se quiere. Porque alguien podría preguntarse qué diferencia hay entre tener una relación abierta o dos relaciones, o tres, o cuatro. Una relación abierta implica que hay una relación que funciona como eje, a la que siempre se vuelve, mientras pueden darse otro tipo de encuentros que no deben ser considerados "relaciones", sino más bien, "encuentros sexuales".
Lo bueno de las relaciones abiertas es que se supone que son muy honestas. El planteo es serio y concreto. No hay infidelidad porque tampoco es necesaria la fidelidad. Amor libre y honestidad brutal en todo caso.
Algunos podrán considerar que una relación abierta está hecha a medida de sus necesidades porque les cuesta mantener las manos debajo de una sola pollera. Pero lo cierto es que la verdadera prueba para saber si estamos o no hechos para vivir una relación abierta se da cuando es nuestra pareja la que se acuesta con alguien más.
Porque una cosa es tener permiso para anotarnos una sesión de sexo con quien se nos ocurra, y otra distinta es aceptar que nuestra pareja también lo tiene. O dicho de otro modo: es bárbaro que no te pidan explicaciones, pero ¿es tan sencillo cuando es uno el que no tiene derecho a pedirlas?
Es que no son pocas las parejas que se proponen libertad para ambos, pero en la práctica sólo uno de los dos disfruta de la apertura, y el otro simplemente aguanta.
Así que entre los pros, tenemos honestidad, libertad, buena comunicación y una relación libre de celos. Entre los contras contamos que no hay lugar para reclamos, que hay que ser especialmente cuidadosos en respetar a rajatabla las reglas del sexo seguro o pondremos en riesgo nuestra salud y la de nuestra pareja. Para algunos también cuenta el miedo de convivir con la idea de que el otro pueda un día de estos enamorarse de alguna de las otras personas con las que tiene relaciones. Complicado: ¿vos tendrías una relación abierta?