Lo sabemos y en realidad hay para todos los gustos bajo el sol... Pero fue signo de estos tiempos la irrupción del metro sexual y de otra clase de hombrecitos que no van de acuerdo a la tradicional ley de macho pelo en pecho que nunca llora. Ahora hay lugar para la sensibilidad masculina. Y cabe suponer que ese espacio se lo crearon ellos, a lo mejor un poco en paralelo a los nuevos roles adoptados por la mujer.
Lo cierto es que también hay un nuevo gusto femenino por los hombres no tan masculinos. La ciencia, por supuesto, ofrece una explicación. Dicen que antes de que los métodos anticonceptivos cambiaran para siempre las relaciones, las señoras, casi casi empujadas por una especie de instinto hormonal, buscaban caballeros fuertes y genéticamente resistentes que garantizaran (lo más posible) hijos fuertes y sanitos. Es decir, cuando el embarazo era casi la única opción en la vida sexual, lo que se necesitaba para conquistar a una mujer era asegurar la descendencia.
Las cosas cambiaban una vez que los hijos nacían porque en muchos casos esos machos no resultaban los mejores compañeros en el largo camino de la crianza. Ahí las señoras, liberadas ya de la necesidad de garantizar los buenos resultados de un embarazo, tal vez hubieran elegido a un hombre más ¿sensible? Para acompañarlas en la nueva etapa.
La aparición de la píldora anticonceptiva, dicen algunos especialistas, no solamente aportó más libertad e independencia a las mujeres para decidir sobre su vida sexual, sino que también las modificó hormonalmente. Y ese cambio hormonal, siguiendo esta idea, habría cambiado también su gusto por los hombres. Y ya no en busca de la fortaleza física, empezaron aparecer en la lista de sus deseos hombres con otras características, bellos, por ejemplo, a lo mejor en un sentido más femenino de la belleza, como maneras más suaves, capaces de compartir otros niveles de sensibilidad.
¿Qué tul? Se ve que hay teorías para todo...